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Berlusconi teme otro castigo en el voto de los cuatro referendos

Alta participación en la primera jornada de apertura de las urnas

Los italianos empezaron a votar ayer para el cuádruple referéndum, convocado por iniciativa popular, que puede convertirse en un nuevo varapalo para el Gobierno de Silvio Berlusconi. Más de 50 millones de electores están llamados a abrogar tres leyes: la que da luz verde a la energía nuclear, la norma del legítimo impedimento (que ofrece al primer ministro la posibilidad de alegar empeños para no acudir a sus juicios) y la privatización del agua, que ocupa dos de las cuatro preguntas.

La oposición ha pedido a los ciudadanos que ejerzan su derecho al voto, mientras el Ejecutivo promovía la abstención para que no se alcance el quórum, que se cifra en el 50% más uno de los censados. Ayer, a las siete de la tarde, la participación estaba entre las más altas registradas desde los años setenta, y superaba el 30% del censo, lo que hacía pensar que el quórum se alcanzará.

El Ejecutivo incita a la abstención para que no se alcance el quórum

La votación se celebra, como suele suceder en Italia, en doble jornada: el lunes los colegios electorales estarán abiertos entre las 07.00 y las 15.00. Para que los cuatro referendos sean vinculantes deben depositar sus papeletas 25.209.346 electores.

El primer ministro, consciente de que el viento político viró de forma drástica en su contra en las recientes municipales, ha preferido renunciar a defender en buena lid democrática las leyes aprobadas por su Gabinete. El jueves anunció que no votaría, dijo que abstenerse es "un derecho de los ciudadanos" (olvidando que votar es también un deber) y se refugió en su mansión de Villa Certosa.

Su actitud temerosa ha sido visible en la escasa atención que la televisión pública ha prestado al referéndum impulsado por los verdes y por el partido opositor Italia de los Valores. La confianza de Berlusconi en el electorado que le eligió hace tres años se ha evaporado. El disgusto de la ciudadanía es creciente, y la mayoría resiste solamente gracias al apoyo de una veintena de tránsfugas.

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La oposición, en cambio, ha puesto toda la carne en el asador. El triunfo de los cuatro síes que derogarían las tres leyes en juego ofrece la única duda del quórum, ya que los partidos del Gobierno han dado libertad de voto a sus afiliados y no han defendido el voto negativo sino la abstención.

El Ejecutivo quedaría en una situación casi insostenible de perder, ya que lleva semanas tratando de torpedear el referéndum y especialmente la pregunta sobre lo nuclear. Cuando la consulta estaba ya convocada se produjo el accidente de Fukushima (Japón). Berlusconi decidió entonces aprobar una ley que retrasaba pero no cancelaba la construcción de las centrales nucleares. Se trataba, como él mismo explicó, de ganar tiempo hasta que bajase la sensación de miedo para retomar el programa nuclear. Pero el Supremo y más tarde el Constitucional obligaron a celebrar la consulta sobre esa nueva ley.

La triquiñuela, en todo caso, ha dado frutos. Mientras se solucionaba el lío jurídico, los 3,3 millones de votantes del extranjero empezaron a votar, pero con las papeletas viejas. El problema, ahora, es decidir si esos votantes cuentan para el quórum.

Un miembro de una mesa de votaciones en Milán deposita una papeleta.
Un miembro de una mesa de votaciones en Milán deposita una papeleta.LUCA BRUNO (ASSOCIATED PRESS)

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