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Necrológica:IN MEMÓRIAM
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Jorge Berlanga, un caballero moderno

Jorge Berlanga tenía el mal de los precoces, aquellos de quienes se espera todo porque desde muy jóvenes parecen capaces de cualquier cosa que se propongan. Y Jorge lo era. Capaz. Precoz traductor de Bukowski, precoz redactor jefe de La Luna de Madrid, precoz columnista y cronista del Madrid donde nació en 1958, precoz guionista cinematográfico, precoz noctámbulo, precoz promesa literaria de quien los buenos editores esperaron siempre una novela que terminó publicando de tapadillo cuando ya nadie la esperaba, Un hombre en apuros, la odisea de un caballero moderno, se titulaba la estupenda humorada. Pues eso era también y sobre todo Jorge Berlanga: un caballero moderno, con demasiada finura y humor para tomarse en serio y dar la lata hablando de sí mismo. Lo conocí tarde, a principios de los noventa, cuando él llevaba años iluminando la noche madrileña y yo era apenas un aprendiz de nocturnidades que se sentía intimidado en su presencia. Dirigía entonces un cuadernillo irreverente que se publicaba los sábados en el diario Abc, y fue la primera persona que me encargó un artículo. Mi primer jefe. Nunca lo tuve mejor. Me dio juego con generosidad, como hizo con otros muchos, cuando mi primer libro quedaba todavía lejos. Enseguida lo quise. No tuvo mérito, los que lo conocieron saben lo fácil que era quererlo. En aquella época de la inmediata posmovida, cuando Jorge Berlanga entraba en un bar, se hacía el silencio y todo el mundo lo miraba furtivamente y trataba de hacerse el encontradizo: los menesterosos, los actores en busca de un papel, los viejos maestros, los que esperábamos algo, las mujeres guapas... Con todos se paraba y a todos nos regalaba su afecto y su ingenio. Después llovió mucho y la realidad se hizo cada vez más árida para los esperanzados como él, pero Jorge no perdió nunca su sonrisa y su predisposición a pasarlo bien. Colaboró con su padre, Luis García Berlanga, en la escritura de los guiones de las películas París Tombuctú o Todos a la cárcel, siguió escribiendo artículos al alba, dirigiendo festivales de cine, asesorando en el montaje de exposiciones sobre la movida, preparando en los últimos tiempos un musical con las canciones de su hermano Carlos, aglutinando gentes inquietas de todos los oficios y haciendo la vida más grata a sus numerosos amigos. Encontrarse a Jorge a cualquier hora del día o de la noche era un regalo. Jamás tuvo prisa. Era demasiado noble, demasiado elegante y demasiado bien educado para tenerla. Guardaré en la memoria la parsimonia con la que se encendía los cigarrillos, su ademán risueño al otear el horizonte desde la barra de los bares que frecuentábamos, la amplitud de su mirada cuando escuchaba, su manera de arremangarse las americanas que siempre vestía, su impostada fatiga de dandi, su inquebrantable ironía, su conversación variada y ágil, su envidiable curiosidad... Deja un hijo, una madre, dos hermanos y una mujer admirable con la que se casó hace muy poquito. A todos ellos les envío un abrazo emocionado. El mundo en el que vivo es peor desde que ayer Jorge lo abandonó a los 52 años.

Jorge Berlanga.
Jorge Berlanga.JORGE CANO

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