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Miles de refugiados sirios cruzan la frontera de Turquía

Grupos de derechos humanos aseguran que hay ciudades tomadas por el Ejército

Enric González

Miles de refugiados sirios siguen cruzando la frontera de Turquía. El Gobierno de Ankara contabilizaba ayer algo más de 2.400, acogidos en un campamento de la Media Luna Roja, pero muchos otros se instalaban directamente en casas de familiares: la provincia turca de Hatay fue desgajada de Siria en 1938 y numerosas familias quedaron divididas.

El régimen de Bachar el Asad, habituado a negar la evidencia, afirmó que nadie estaba huyendo del país y que en la frontera solo se registraban "los habituales encuentros entre familiares y amigos de uno y otro lado". El diario oficialista El Watan publicó, por su parte, que algunos ciudadanos estaban abandonando sus casas para permitir que el Ejército se enfrentara con mayor comodidad a los "grupos armados" que intentaban "imponer el terror".

Ni el Gobierno ni la prensa de Siria hicieron referencia a los abundantes indicios que apuntaban a que determinadas unidades militares habían desertado y a que los combates en la región noroccidental enfrentaban a soldados contra soldados, con una participación marginal de civiles armados. Según grupos de derechos humanos y vecinos contactados por teléfono, ciudades como Homs y Hama permanecían ocupadas por el Ejército y los muertos superaban los 1.300, con más de 10.000 detenidos. Resultaba imposible verificar la auténtica situación dentro de Siria, dada la prohibición de entrada a los periodistas extranjeros y la censura sobre los medios locales.

Las autoridades turcas vallaron el campamento de refugiados cerca de la localidad de Guvecci y prohibieron el paso a los periodistas, pero algunos de los recién llegados informaron de que Jisr al Shughur, la ciudad rodeada por las tropas del general Maher el Asad tras los intensos combates del fin de semana, estaba casi desierta y que una gran cantidad de personas huidas por temor al asalto militar permanecían cerca de la frontera sin atreverse a cruzarla, por el riesgo de no poder regresar nunca a Siria.

El primer ministro turco, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan, declaró que incluso en ciudades poco afectadas por la revuelta, como Alepo, circulaban tanques. "Parecen haber perdido el control", dijo, refiriéndose al Gobierno de Damasco. Erdogan insistió en que aún mantenía buenas relaciones con el presidente Bachar el Asad, pero admitió recibir de él "informaciones que no parecen ajustarse a la realidad".

Las críticas internacionales a Bachar el Asad se intensificaron tras la presentación ante el Consejo de Seguridad de la ONU de un borrador de resolución de condena, que sin embargo tenía pocas posibilidades de llegar a aprobarse por la oposición de Rusia y China, aliados tradicionales del régimen sirio. El papa Benedicto XVI instó a El Asad a respetar "la dignidad de las personas". Navi Pillay, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, acusó a El Asad de "someter a la población a garrotazos".

Niños procedentes de Siria, en el  campo de refugiados de la localidad de Yayladagi, en la provincia turca de Hatay.
Niños procedentes de Siria, en el campo de refugiados de la localidad de Yayladagi, en la provincia turca de Hatay.OSMAN ORSAL (REUTERS)

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