Federer cambia la historia
El suizo bate a Djokovic y rompe su racha de 43 victorias consecutivas
"Quizás sea un buen regalo de cumpleaños", se sonríe el suizo Roger Federer tras ganar 7-6, 6-3, 3-6 y 7-6 al serbio Novak Djokovic, el tenista invencible, dueño de 43 victorias consecutivas, 41 en 2011, en el día que Rafael Nadal celebra sus 25 años. En Federer empezó y terminó todo. Él fue el último en tumbar al serbio en 2010. Él el primero en lograr que se incline en 2011. Su victoria, brillantísima por el escenario, el rival y las maneras, le clasifica para su primera final grande desde el Abierto de Australia 2010; deja al serbio sin igualar el mejor arranque de curso de la historia (las 42 victorias seguidas de John McEnroe en 1984); cierra una racha de tres derrotas consecutivas ante Nole; y reivindica la vigencia de su tenis, activado por la altura del reto, una espuela en su orgullo de campeón de leyenda.
Roger buscará revalidar su título de 2009, esta vez con Nadal enfrente
El serbio, acosado por 25 bolas de 'break', vivió una tortura en cada saque
Sobre el albero, dos tenistas irreconocibles, dos fantasmas venidos del pasado, aparecidos con raqueta llegados de un tiempo que ya se ha ido. Uno es Federer, imperial en su carga por la victoria, con la convicción, la fe y la concreción de los viejos tiempos. "¡Roger! ¡Roger!", le jalea el público mientras se estremecen los cimientos del estadio. "¡Vamos! ¡Vamos!", salta cada vez que él aprieta el puño su banquillo, el coro que amplifica sus emociones internas. Djokovic asiste al revuelo con muecas, resoplidos y quejas, igual que el tenista que fue, de nuevo y solo por un instante, gigante con cabeza de barro.
Los dos rivales intercambian roturas de salida. Federer mete un impresionante revés paralelo, un golpe recuperado para la causa, y pega un par de derechas en carrera, tiros que llevar a las escuelas para decirles a los alumnos que no lo intenten, que es imposible. Djokovic, acosado por 22 bolas de break solo en las dos primeras mangas, vive en cada saque una tortura. Su impecable curso, sin embargo, no tiene que ver con la casualidad, la suerte o lo imprevisible. Con cabeza dura y tenis intransigente estira el parcial hasta el tie-break. El público llega entonces al borde del paroxismo. Retumban los pies contra el suelo, se levanta la gente de los asientos, los brazos extendidos. Ganar ese parcial vale oro para Federer, al borde de la treintena. Al imponerse, el suizo le echa gasolina al fuego de su orgullo y cobran súbita ligereza sus piernas. Alza un brazo. Estira un dedo. Signo inconfundible: el número uno, que repetirá cuando haga suyo el partido.
"Pero es que Roger demostró lo que distingue a los grandes", se justifica después el serbio, que venía de cuatro días sin jugar tras la retirada de su rival de cuartos; "dureza mental en los momentos decisivos". "Sabía que mi racha debía terminar en algún momento, y desafortunadamente lo hizo en uno importante", añade tras renunciar al Queen's, por lo que probablemente llegue a Wimbledon sin haber competido en hierba. "Quise un partido lo más físico posible", dice más tarde el suizo. "Llevo tiempo sacrificándome, no tirado en la playa, y eso ha tenido recompensa ahora. Sabía que Novak tenía mucha presión. El primer set fue inmenso".
La noche, el reloj y el rival juegan contra el suizo. Están sus piernas, más exprimidas en una tarde que en todo el año. Están las condiciones de juego, más lentas y pesadas según avanza la tarde, más difícil ganar así rápido los puntos. Está, también, un contrario tremendo e impulsado por su recuperación en el marcador. A todo eso se impone Federer. Todo eso supera el suizo, que rompió el saque de Djokovic cuando este servía por la cuarta manga y se puso ante el más grande de los desafíos: vencer a Nadal en París y terminar con la leyenda negra de que su título de 2009, conseguido sin el balear enfrente, no tiene el suficiente brillo.
Un partido histórico
- Federer disparó 18 aces, se procuró 25 bolas de break (convirtió cuatro) y logró 48 golpes ganadores, las señales de su apuesta por el riesgo. Llega a la final con un solo set perdido en el torneo.
- Djokovic salvó el 84% de los puntos de rotura a los que se enfrentó y dos puntos de partido en contra, pero solo convirtió cuatro de los 13 que disputó sobre el saque de Federer.
- La derrota ante Federer deja a Djokovic con la tercera mejor racha victoriosa de la historia. Sus 43 victorias consecutivas se quedan por detrás de las 44 de Lendl y las 46 de Vilas.
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