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Crónica:TENIS | Roland Garros
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal acaba con las dudas

El español gana a Murray y se medirá a Federer en su sexta final de Roland Garros

"¿Por qué Andy, por qué?", grita el británico Murray mientras va perdiendo bolas de break a favor (desaprovechó 13) y se inclina 6-4, 7-5 y 6-4 ante Rafael Nadal en semifinales. "¿Por qué le tienes tanto miedo a su derecha?", se dice Murray mientras sopla el viento a 30 kilómetros por hora, le muerden las olas de arena en los ojos y se cubre de negras nubes el cielo. "¡Golpea tu puto revés!", se chilla el número cuatro mientras su rival saca a velocidades imperceptibles y se enfrenta a 16 bolas de break, 16 deuces y mil problemas con su servicio.

El mallorquín jugará la final de Roland Garros por sexta vez en siete participaciones, aunque aún no es seguro que mantenga el número uno: para eso debe ganar el encuentro decisivo al suizo Roger Federer, que venció 7-6, 6-3, 3-6 y 7-6 al serbio Novak Djokovic, todavía candidato al trono y derrotado tras 43 victorias consecutivas.

"Ahora puedo olvidar la ansiedad y la presión de no querer perder", cuenta el mallorquín
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"Estoy intentando no sacar muy fuerte, y sí con efecto, para que el juego vaya un poco más lento, por donde a mí me conviene, para dominar con el drive", explicó el mallorquín, que llegó a disparar su segundo saque a 134 kilómetros por hora, tuvo una media de 176 en el primero, un pírrico 140 en el segundo y solo sumó dos aces. "Si saco más fuerte", argumentó; "puedo conseguir algunos puntos rápidos, pero también me devuelven la pelota más rápida, y eso crea un pelín de descontrol en mi juego. En una situación como la que estaba, he tenido que ralentizar un pelín mi tenis".

"¡Viento!", se desgañitaba Murray, gesticulante siempre, mientras miraba con desesperación a su banquillo. "¡Viento!", pensaba Nadal, que sintió "miedo" en algunos peloteos. Tan "locos" eran los soplidos del aire, tanto cambiaba ese rugido las direcciones mientras se llenaba de nubarrones el cielo.

El británico, un defensor impresionante, intentó construir su discurso con el revés y percutir una y otra vez sobre la derecha de Nadal. Acabó desquiciado. El español hizo de todo. A un juez de línea le pidió explicaciones por una bola dudosa. A un recogepelotas, que se ocupara de una botella de agua caída. A Murray le propuso una pelea de resistencia, hecha para corazones fuertes y piernas duras, como demostraron los 30 minutos descontados para los primeros cuatro juegos (2-2).

El español, profundísima la derecha y sólido el revés, también tuvo que achicar agua en mitad de la tormenta de arena. Rugía el viento. Bramaba el gentío. Se ganaban y perdían ventajas con sufrimientos constantes y durísimos peloteos: Nadal pasó de dominar 5-1 la primera manga a enfrentarse a dos pelotas que le daban a Murray el 5-5.

Por dos veces se adelantó el español en el segundo parcial antes de perder esa primacía y finalmente recuperarla. Murray tuvo entonces todas las excusas para abandonar el encuentro: un día de perros, el mejor tenista de la historia sobre tierra enfrente, dos sets y un break en contra (6-4, 7-5 y 2-0) y el público encendido. No lo hizo. Tuvo agallas, deseo y arreones de bravura. En lugar de dimitir, se ofreció seis bolas de break. Seis bolas para medir a Nadal. Seis tiros decididos. Seis peloteos brutales que cerraron el partido.

"Yo no engaño ni me engaño. Hablo claro", reflexionó el campeón. "He superado momentos complicados, pero el marcador siempre ha estado a mi favor. Dentro del descontrol, que es normal con el número cuatro enfrente, el partido ha estado más a mi favor siempre", siguió. "Ahora estoy en una final. Está todo para olvidarse de la ansiedad, de los problemas, de la presión de no querer perder. Ahora no tengo la presión de tener que defender puntos, ni de que el ránking se me pueda ir para abajo, sino todo lo contrario", continuó el mallorquín. "Si estás en esta final, no puedes tener problemas, ni dudas. Las dudas son parte de la vida, del deporte, las tiene todo el mundo, pero si comparamos mi semifinal con hace una semana, todo es completamente diferente". Nadal ya se reconoce en el espejo.

Nadal celebra, sobre la tierra de París, su victoria ante Murray en semifinales.
Nadal celebra, sobre la tierra de París, su victoria ante Murray en semifinales.BENOIT TESSIER (REUTERS)

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