La derecha se perfila vencedora en la crisis más profunda de Portugal
Los sondeos dan ocho puntos de ventaja a los conservadores frente a los socialistas
Portugal camina hacia un gobierno de coalición de derecha, según pronostican las encuestas difundidas ayer en la campaña electoral con más sondeos sobre intención de voto de la historia. A tres días de los comicios, las previsiones dan a Pedro Passos Coelho, líder de la oposición y candidato del conservador Partido Social Demócrata (PSD), el 36% de los votos, lo que le permite despegarse del candidato del Partido Socialista (PS) y primer ministro en funciones, José Sócrates, con el 31%, según el sondeo de la Universidad Católica para el Diário de Notícias. El derechista Centro Democrático Social (CDS), de Pablo Portas, obtendría el 11%, porcentaje suficiente para garantizar la mayoría parlamentaria con el PSD.
El 61% de los ciudadanos cree que el futuro será aún "peor"
Similares son los resultados de otro sondeo de la televisión TVI y el periódico Público, que dan al PSD un 36,5% de los votos y un 31,1% al PS. Mientras tanto, una encuesta del Diário Económico amplía a más de ocho puntos la diferencia entre el PSD (38,5%) y el PS (30,1%).
Los dos partidos a la izquierda del PS, comunistas y Bloco de Esquerda, no conseguirán, según los pronósticos, superar en conjunto el 15% de los votos. En cualquier caso, sería impensable un acuerdo de gobierno entre los socialistas y la izquierda radical. Un escenario de estas características nunca ha estado en la mente de los dirigentes de estos partidos desde las primeras elecciones democráticas después de la revolución de abril de 1974. "Es un problema estructural político", opina el analista André Freire. "Los partidos a la izquierda del PS nunca cooperaron, porque sus exigencias son el cumplimiento del programa propio".
La derecha no tiene este problema y nadie duda en Portugal de que si el veredicto de las urnas lo permite, el PSD y el CDS no tendrán ningún inconveniente para alcanzar un pacto postelectoral. Más difícil es un acuerdo a tres bandas que incluya a los socialistas que, a pesar del desgaste que supone haber estado 14 de los últimos 16 años en el poder, mantienen una buena perspectiva electoral, por encima del 30%. Los obstáculos para un acuerdo postelectoral entre el PSD y el PS, que serán los dos partidos más votados, tiene que ver con el enfrentamiento a cara de perro que han mantenido sus líderes respectivos en los últimos tiempos.
Las encuestas reflejan también el pesimismo de los portugueses sobre el futuro y el programa de austeridad que aplicará el próximo Gobierno. El 61% de los consultados responde que dentro de un año la situación será "peor", y sólo el 14,4% da muestras de optimismo para pronunciar la palabra "mejor". Los que tienen más años a cuestas, por encima de 54, son los que ven el futuro más negro (57,3%). En Portugal hay un millón de personas de más de 70 años que viven por debajo del umbral de la pobreza, según datos oficiales.
La inquietud de los portugueses tiene que ver con el elevado coste social del plan de ajuste que se avecina. Concretamente, con medidas como el aumento del gas, la electricidad y los transportes a través de un incremento del IVA; la reducción de los subsidios del sistema público de salud, las ayudas para medicamentos y la atención hospitalaria (aumento de las tarifas de copago); la rebaja progresiva de las pensiones superiores a 1.500 euros mensuales; el seguro de desempleo de un máximo de tres años a 18 meses, y el abaratamiento del despido. También se recortarán las deducciones fiscales de sociedades y de personas físicas, y aumentará el coste de tener vivienda propia, con la eliminación de ventajas y deducciones en hipotecas (250 millones de euros) para reactivar el mercado de alquiler.
Todas estas medidas son el precio del préstamo de 78.000 millones de euros que Portugal recibirá de los organismos financieros internacionales para pagar sus deudas. El pesimismo global, reflejan las encuestas, ha creado un clima de desconfianza de los consumidores, que han reducido drásticamente el gasto.
En este escenario de incertidumbre, Pedro Passos Coelho representa la savia nueva y también la inexperiencia, al no haber ejercido cargo alguno en un ningún Gobierno. Sócrates, por su parte reivindica la experiencia y la moderación, sin mencionar nunca que se vio obligado a incumplir su promesa de que nunca pediría ayuda al Fondo Monetario Internacional.
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