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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El regreso de Zelaya

El líder hondureño, depuesto en 2009, firma la reconciliación con su sucesor, Porfirio Lobo

Un prolongado forcejeo político que comenzó el 29 de junio de 2009, en la que el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue depuesto y exiliado por el Ejército, concluyó el sábado con su regreso a Tegucigalpa. Cabría la tentación de decir que la crisis se ha resuelto sin vencedores ni vencidos, pero ello no sería del todo exacto. Nadie va a pagar por lo sucedido, aunque sí puede afirmarse que Honduras vuelve a ser una democracia, y que bajo un llamado pacto de reconciliación lo que se ha hecho es borrón y cuenta nueva.

Zelaya era presidente constitucional y como líder del partido Liberal -tan oligárquico como ha sido tradicionalmente el poder en Honduras- nadie preveía que se inclinara hacia el chavismo. Metió al país en el ALBA, organización que se declara antiimperialista, creada por el presidente venezolano Hugo Chávez; recibía crudo de Caracas a precios de saldo; y desarrollaba una política social que cabe considerar de izquierdas. Por eso fue derrocado y le sustituyó el presidente de la asamblea, Roberto Micheletti, de su mismo partido, pero liberal de la línea clásica, aunque el pretexto fuera un referéndum que proponía, con dudosa legalidad, permitir la futura reelección presidencial.

El mundo entero condenó el golpe, pero no todos por un igual. En noviembre debían celebrarse elecciones presidenciales en Honduras y Estados Unidos, la UE y parte de América Latina se conformaban con que estas fuesen libres -como así ocurrió- y supusieran el restablecimiento de la democracia, con la esperada victoria de otro liberal, Porfirio Lobo. Solo el eje chavista, Venezuela, Bolivia y Ecuador, más el Brasil del presidente Lula, se tomaron a pecho lograr la reposición de Zelaya. Y pese a que Caracas logró colarlo de rondón en la Embajada brasileña en Tegucigalpa, tuvo que exiliarse de nuevo, aunque esa vez con permiso de Lobo.

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Su regreso de Santo Domingo, donde vivía desde 2010 acogido por el Gobierno de Leonel Fernández, ha sido un éxito del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, con la colaboración del propio Chávez, cuya política exterior se ha moderado tanto como baja su popularidad. Bajo la tutela de ambos, Zelaya y Lobo firmaron por fin la reconciliación, y Honduras volverá a la OEA, de donde fue expulsada. La pregunta tiene que ser hoy: ¿Volverá Zelaya a la política? Pero bien está lo que bien acaba.

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