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La derrota en Milán enfrenta a Berlusconi y la Liga Norte

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El plebiscito que Silvio Berlusconi planteó a los electores en Milán, centro de su imperio mediático y financiero y feudo del poder de la derecha italiana desde hace 20 años, se selló anoche con un fracaso sin precedentes para el primer ministro y para la alianza de hierro entre Pueblo de la Libertad y la Liga Norte que ha gobernado el país durante gran parte de la última década. Umberto Bossi y Berlusconi, hundidos y escondidos, ni siquiera comparecieron en televisión para comentar la inesperada victoria parcial del candidato del centro-izquierda a la alcaldía milanesa, Giuliano Pisapia, con el 48% de los votos, sobre la alcaldesa saliente, Letizia Moratti, que no pasó del 41% y que perdió 11 puntos respecto a la última elección.

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Las crónicas del primer sorpasso del centro-izquierda en la capital del norte en 18 años refieren los comentarios crudos del entorno de Berlusconi ("un baño de sangre, un desastre"), y anotan una conversación telefónica entre ambos líderes definida con una palabra: hielo. Bossi acusa a Berlusconi de haber convertido las municipales de Milán en un referéndum en el momento más bajo de su popularidad. Dos datos refrendan esa idea: solo 28.000 milaneses dieron su voto al cabeza de lista, 24.000 menos que hace cinco años. Y en el municipio de Arcore, escenario de las sonadas fiestas, el PDL perdió ante el centro-izquierda.

Avance del PD

El inesperado triunfo del Partido Democrático (PD) en Milán, que le coloca en una situación de clara ventaja para la segunda vuelta, que se celebrará dentro de dos semanas, es además irónico para el centro-izquierda, porque Pisapia, el abogado de 62 años al que todos consideraban un outsider, procede del entorno de Nichi Vendola, el gobernador de Puglia. No es la extrema izquierda, pero es la izquierda. La izquierda que se opone a la división de los sindicatos y que esgrime ideas laicas y concretas.

Su victoria en Milán, unida al hundimiento del candidato oficial del PD en Nápoles -que terminó tercero, por detrás del representante de Italia de los Valores, otra formación opositora-, envía un mensaje claro: muchos italianos esperan una oposición real desde la izquierda real al populismo berlusconista y de la Liga, y rechazan las componendas de los dirigentes del PD con el teórico enemigo. En ese sentido, quizá Milán y Nápoles, tan lejanas, suponen el principio de un cambio histórico.

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