Canciones para el hundimiento
"Me interesa trabajar con la idea de un país en decadencia", afirma Bill Callahan, que publica nuevo disco y una novela
"Este va a ser mi último disco. Está claro, ¿no?". Bill Callahan ensaya un conato de chanza al respecto del título de su nuevo álbum, Apocalypse (Apocalipsis). Pero su tono es tan serio que incluso el hombre más airado del folk siente la necesidad de justificarse. "Es broma". ¿Es la primera vez en su vida que dice 'es broma'? "Podría ser", interviene circunspecto uno de los personajes más opacos, áridos e interesantes de la música norteamericana de las tres últimas décadas. Desde su rancho a las afueras de Austin (Tejas), Callahan responde con la misma displicencia preguntas sobre su legado musical, su posicionamiento vital actual, su aventura literaria e incluso su nuevo álbum: "Pocos músicos encontrarás que amen tanto el silencio como yo. Lo adoro en la música y, sobre todo, en lasentrevistas". Apocalypse es su tercer disco desde que abandonara el alias de Smog, proyecto personal que le dio una vida extra al folk, gracias a sumar a una personalidad apabullante una aproximación mucho más acorde con la vanguardia que con la tradición. Tras el sorprendente éxito de su anterior propuesta (Sometimes I wish I were an eagle), Apocalypse refleja su displicencia ante una realidad de la que parece formar parte de manera accidental.
Grabado en directo, el disco ofrece el arrastrado y atonal fraseo de Callahan sobre una producción espartana que solo se permite algún flirteo con el jazz o el soul. Lo presentará en directo en San Sebastián, Barcelona y Madrid los próximos 21, 22 y 23. Durante los bolos, se podrá adquirir la traducción de su novela epistolar, Cartas a Emma Bowlcat, que editará Alpha Decay y que, desafortunadamente, no contiene misivas reales enviadas a Joanna Newsom o Chan Marshall, pin ups underground y ex parejas de este imposible seductor.
A pesar de rehuir el enfrentamiento directo con su propia obra no puede escaquearse de comentar un tema del disco, America!, en el que visualiza su tierra natal mediante referencias a Johnny Cash o David Letterman. "Soy consciente de que últimamente no le caemos demasiado bien al mundo. A pesar de eso, seguimos siendo una potencial cultural, con nuestras estúpidas películas de Hollywood y todo eso. El problema es que no hemos asumido que estamos a punto de dejar de ser potencia económica. Me interesa la idea de empezar a trabajar con el tema de un país en decadencia".
Callahan se dio a conocer a finales de los ochenta con una serie de cintas de casete experimentales que le granjearían el favor de la escena más alternativa y, finalmente, un contrato discográfico. Lo que entonces era trayecto hoy parece convertirse en destino. La baja fidelidad y los formatos de reproducción supuestamente superados son ahora parte de una tendencia con visos de realidad ineludible, mientras que en aquella época, dice el músico, "se hacía lo que se podía".
Babelia
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