Vida&artes
Iniciar la sesión en Twitter después de un encontronazo con el jefe o buscar en el muro de Facebook un desahogo tras una jornada laboral poco reconfortante pueden ser decisiones fatales. A las redes sociales las carga el diablo, porque, a diferencia de otros medios, la frontera entre lo privado y lo público está desdibujad.
VIDAS ROBADAS
"Yo compré a mi hijo Lucas. Pague por él casi tres millones de pesetas. Me empeñé hasta las cejas. Por desgracia, Lucas murió en un incendio cuando solo tenía 18 años. Estoy convencido de que ese fue un castigo por haberlo comprado. Lucas está muerto porque no nos lo merecíamos".
Mariano Barbacid se mostraba ayer sinceramente desconcertado en su despacho de director del Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Su laboratorio acaba de publicar en Cancer Cell, una revista de referencia en biología molecular del cáncer, una investigación que define una diana importante contra la que dirigir fármacos para frenar los tumores de pulmón.