La fuerza inmutable
Alonso, que siempre juega igual, es imprescindible para armonizar el sistema de Mourinho
El Madrid tiene unos despachos en Chamartín y un vestuario itinerante. En esta época del año, en el vestuario se cocinan las decisiones más importantes. El vestuario está gobernado por tres poderes. José Mourinho, el entrenador, es el legislador. Iker Casillas, el capitán, es la autoridad moral. Y Xabi Alonso es el comandante en jefe. El hombre cuya labor consiste en organizar al equipo y resolver los problemas que se presenten en el campo sin que su criterio entre en colisión con las directrices del entrenador. Es decir: a Xabi no le queda más remedio que ser muy inteligente para no condenarse a la ruina.
Dicen sus compañeros que Xabi, de 29 años, es el más perspicaz del grupo. El que lo observa todo. El que habla con todos. El que piensa en todos. Los jugadores no olvidan que, antes del partido de la primera vuelta en el Camp Nou, le vieron rumiar sus preocupaciones en el hotel de concentración. Mourinho le había encargado coordinar una defensa replegada en su campo, cerrando líneas a la espera del robo y el contragolpe. Le escucharon hacer una observación inquietante: "Ibrahimovic ya no juega en el Barça. Ahora, con Iniesta recuperado y con Villa, ellos tienen una movilidad que hace que sea muy difícil defender atrás sin descolocarte, como hizo el Inter el año pasado".
Sus compañeros resaltan que es el más perpicaz, el que lo observa todo
"Es el único capaz de cuestionar el criterio del técnico. Lo hace con arte", dicen en el club
Xabi no predijo el 5-0 pero fue el primero en intuir que se avecinaba una mala noche. Aquél comentario se grabó en la mente de los jugadores españoles, que observan a Xabi casi con reverencia. Estando en la selección, Albiol, hizo la misma reflexión: "El problema del Barcelona es que se juega a mucha velocidad, hay mucha movilidad arriba, se cambian las posiciones. Pero no es un equipo invencible. Otros le han ganado".
Las palabras apasionadas, las maldiciones, los reclamos furibundos, corresponden a Casillas. Cuando en el vestuario se escuchan gritos, significa que Xabi está callado. Su trabajo, como dicen sus compañeros, es llevar la manija táctica. Es el último jugador al que se dirige Mourinho antes de salir al campo y el que luego debe convencerlos a todos del camino a seguir. Esta actividad, en un vestuario tan diverso como el madridista, requiere una difícil sucesión de diálogos con los nervios en tensión. Cuando las indicaciones del entrenador no coinciden con las ideas del jugador, las cosas se complican más. "Xabi es el único que es capaz de cuestionar el criterio de Mourinho porque lo hace con arte", dicen un empleado del Madrid. "Xabi es siempre constructivo, y muy educado. Mantiene el equilibrio. Ni es un pelota ni es un liante".
Hay jugadores que ignoran a Mourinho y otros que se ajustan al programa del entrenador. Cumplen órdenes. Son la mayoría. En la Real Sociedad, en el Liverpool y en el Madrid, Xabi ha sido capaz de jugar según sus convicciones sin descuidar lo que pide el técnico. Y lo que le pide Mourinho no es sencillo. En el Madrid, el volante central debe proteger la defensa y administrar las transiciones a toda velocidad. El secreto del sistema de Mourinho está en ritmo, en los toques que hacen falta antes de buscar la profundidad con el pase a los atacantes. Para lograr una sintonía perfecta, las maniobras deben sincronizarse con jugadores como Cristiano o Di María, gente que suele acelerar sin discreción. Las fricciones son inevitables. Cristiano, instintivamente, reclama más verticalidad, más ritmo. Menos pausa. Es raro que Di María reciba para tocar y moverse. Para cumplir con su objetivo de manejar los tiempos de los partidos, a veces Xabi debe frenar a sus cómplices. Para el vasco, los partidos son litigios de 90 minutos. Un duelo con los rivales, un par de despachos con Mourinho, una comunicación constante con cada compañero, y alguna discusión con Cristiano.
Gracias a su sentido de la anticipación, Xabi es el tercer jugador que más balones recupera en el equipo, por detrás de Ramos y Carvalho. Pero, sobre todo, es el que más pases buenos produce: 1.542 en todo el campeonato. Una cifra imposible en cualquier otro jugador del Madrid. Una red de asociaciones imprescindible para dotar al sistema de Mourinho de orden y armonía. Las experiencias del equipo sin Cristiano no han sido malas. Sin Xabi, sin embargo, hay precedentes muy sombríos, principalmente las derrotas contra Osasuna y Sporting.
Confucio dijo que los únicos que no cambian son los más inteligentes y los más estúpidos. Con Rafa Benítez, Manuel Pellegrini o Mourinho, Xabi Alonso sigue jugando igual que en la playa de la Concha.
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