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Reportaje:FÚTBOL | 32ª jornada de Liga: el clásico

Mourinho juega antes que nadie

El técnico portugués provoca un plante de la prensa en las horas previas a la gran cumbre entre el Madrid y el Barça

José Sámano

Con el fútbol español convertido en la imagen cenital de este deporte desde Viena y Johanesburgo, el cuádruple enfrentamiento entre los imperiales Real Madrid y Barça se publicita por sí solo. Al parecer, no necesita palabras de nadie. Tampoco, de José Mourinho, que ayer enmudeció ante una cumbre semejante. Temeroso de que ni el fútbol en su máximo nivel de excelencia le seduzca lo suficiente para reprimir su querencia a bucear en otras cloacas, el portugués mantuvo su liturgia desafiante. En su vodevilesca interpretación ante la prensa, a la que se prestaron el club y Aitor Karanka, hizo de comisario silencioso mientras alquilaba la palabra a su ayudante. No consiguió evitar la deserción mediática anunciada cuando se supo que no comparecería.

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Con Mou los partidos no solo se juegan en la hierba y duran hora y media. Así son sus tácticas. Nunca fueron las del Madrid, que jamás prestó atención a los marcadores o los árbitros. El fútbol, sin más, es lo que le hizo señorial y ejemplar, el principal sustento de su maravillosa e incomparable historia. Los tiempos han cambiado y ahora los rectores de la entidad consienten lo que haga falta con tal de que haya victoria. No hay otro resultado que valga.

Pese a la cicuta de Mourinho, no hay mejor cartel posible que el que abre hoy la feria en Chamartín y que se perpetuará durante 18 días. Un subversivo Madrid frente a la jerarquía de este Barça, la tesorería contra el método, la mejor plantilla del universo ante el mejor equipo, el pulso entre los más rutilantes solistas (Cristiano Ronaldo y Messi), 13 campeones del mundo cuerpo a cuerpo...

Los dos equipos atesoran tantos atributos que resulta imposible evaluar los adjetivos para dar con lo sustantivo en su maratón de abril. El Madrid llega aún consternado por las últimas citas entre ambos, pero ha metido el turbo, con el sostén de una plantilla formidable, una estantería de jugadores sin precedentes. No tiene un estilo tan cuajado como el de los azulgrana y sí muchos registros diferentes con los que afrontar distintas situaciones que se produzcan en los encuentros. Lo contrario que su adversario, que navega con un mismo ideario desde hace tiempo, pero cuyo ecosistema se resintió sin Puyol, ya recuperado, ni Abidal. Al Madrid le ha podido faltar fútbol, nunca jugadores. Este Barça no racanea con el juego, pero le falta cesto. Hoy, Mou debe acertar al elegir entre su infinita pasarela. Pep Guardiola no tiene tanto armario. Así que habrá que medirle por su capacidad para reforzar sus convicciones. Lo uno y lo otro equilibran el duelo, más fascinante aún si cabe.

Desde el punto de vista psicológico, al Madrid le pueden las urgencias, derivada por la cual no solo ha reventado el mercado en estos años, sino que la institución, en contra de sus principios, se ha entregado como un soldado raso a la causa plenipotenciaria de Mourinho. A los barcelonistas les avala su pasado inmediato, lo que no deja de ser una losa para Guardiola. Por otros motivos, como consecuencia de una tortuosa rotación presidencial, en el Barça también se han echado en brazos de su técnico, obligado a ejercer de forma involuntaria de presidente, portavoz, ideólogo y entrenador.

Cada uno con su librillo, con Mourinho y Guardiola al frente, hay mucho más que un simple reto entre dos técnicos honoris causa. Mou está de llegada al Madrid; Pep ya hizo cumbre en casa. Detrás del primero aún hay caja; tras el Barça solo se vislumbran Guardiola y la cuna de La Masía.

Con todo en juego, uno y otro equipo son el mejor reflejo posible del estado de bienestar del fútbol español en el campo. No había mejor fiesta soñada para cerrar el año I tras Sudáfrica, por mucho que algunos se hayan empeñado durante la temporada en emponzoñar este momento de éxtasis. Al fondo, solo debe existir un debate formidable entre dos clubes que contribuyen de forma suprema a un espectáculo mayúsculo. Sin casquerías, conspiraciones ni rancios victimismos. Grandiosos futbolistas al servicio de una trama extraordinaria. Que ruede el balón. Mou ya juega desde ayer. Sobran las palabras.

Karanka y Mourihno, ayer en Valdebebas.
Karanka y Mourihno, ayer en Valdebebas.ZIPI (EFE)
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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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