La música actual también es clásica
El grupo Taller Sonoro celebra 10 años apostando por los jóvenes compositores
"En el cine, cuando quieres ver una película antigua tienen que programar un ciclo especial. En música, vas a las salas a oír el repertorio antiguo y para lo que se hacen ciclos es para la música de hoy", dice a modo de sentencia Baldomero Llorens, percusionista de Taller Sonoro. Este conjunto, que ha hecho escala en Madrid antes de tocar en el prestigioso Musikverein de Viena, celebraba anoche 10 años de alegato continuo por la música contemporánea con un concierto en el Auditorio Nacional.
No tienen director. No les hace falta. Sus ocho componentes se unieron hace una década en un taller del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Apostaron por la música de hoy y desde entonces no han parado.
Son conscientes de que el repertorio a partir de las vanguardias es difícil de digerir para el gran público. "Si la música actual estuviese en el repertorio de música normal, y no en un gueto, se normalizaría", explica el pianista Ignacio Torner entre bambalinas. María del Carmen Coronado, que comenzó su carrera con el chelo especializándose en la música barroca, piensa que en parte es también culpa de la enseñanza: "Es el último tema del libro de música al que no se llega nunca".
Taller Sonoro no es solo un grupo de intérpretes. Además escriben una revista en Internet, Espacio sonoro, dan cursos y talleres y, desde hace nueve años, becan a un compositor a través de la cátedra Manuel de Falla de Cádiz a cambio de que ellos estrenen sus obras. Uno de ellos fue el primer premio Auditorio Nacional, el mexicano Víctor Ibarra. Además, crearon el año pasado el LEMAts -Laboratorio de Experimentación Musical de Andalucía-, que aspira a ser "un centro de atracción y de trabajo para cualquiera que se acerque a este tipo de música", explica Coronado.
Apoyan a los jóvenes compositores para que puedan oír sus obras, por eso anoche los siete creadores que aparecían en el programa acudieron a sus butacas en el auditorio. Uno de ellos, Joan Bagés, incluso estrenaba la obra De los hadrones a la consciencia. Desde la platea, lamentaba que la música actual no fuese igual de apreciada que las otras artes: "¿Por qué aceptamos comprar un Kandinsky y no escuchar un Schönberg?".
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