Alcaldesa después de la jubilación

La mayoría de los trabajadores cuentan los días hasta su jubilación. Se imaginan años por delante llenos de horas para hacer aquello que siempre han querido hacer. Luego llega el momento y muchas veces nunca pasa nada, o puede pasar de todo. Quién le diría a María del Ángel García, o a Ángela, como a ella le gusta que le llamen, que acabaría siendo colega de Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, o de Michael Bloomberg, de Nueva York. Un retiro político como alcaldesa de Ambite (556 habitantes).

Si pudiera, la alcaldesa de mayor edad de la región borraría enseguida eso de retiro político de este texto, porque a quien quiera escucharle le espeta que no le gusta la política y va incluso más allá, dice rotunda que tampoco le gustaría dedicarse a ella. Para ella la alcaldía no es más que un servicio a sus vecinos, algo parecido a lo que hacía años antes de coger el bastón de mando -expresión que también borraría- cuando ayudaba a quien lo necesitara a hacer declaraciones de la renta o a llevar la contabilidad del bar del pueblo. Le apasionan los papeles y, entre ellos, lleva toda la vida.

No le gusta nada la política ni se siente una mujer de partido

De Esperanza Aguirre destaca que tiene una "memoria de elefante"

En 2007 logró para el PP cinco de los siete concejales que tiene el pueblo

Aunque no es del lugar, dice que ya nadie la considera una forastera

Una vida que no empezó en Ambite, ya que Ángela es del barrio de Salamanca (Madrid). La primera vez que pisó el pueblo tenía 30 años y corría el año 65. Acababa de regresar de Venezuela, donde había sido feliz durante casi una década, y fue a Ambite a visitar al padrastro de su marido. Le gustó tanto que el matrimonio acabó comprando allí una casa.

La alcaldesa dice que en Ambite ya nadie la considera una forastera. Y hay que creerla porque en las elecciones de 2007, cuando optó por la reelección, se quedó a solo seis votos de conseguir un sexto concejal para el PP. Todo un hito teniendo en cuenta que la Corporación municipal la componen siete ediles. Es difícil saber si se debe a lo escaso de la oposición o a otra cosa, pero Ángela asegura que la suya es una oposición de "lujo". Eso a pesar de lo diametralmente opuesto a lo que la ideología y programas políticos suelen situar a los concejales populares de los de Izquierda Unida, la única oposición de Ambite: el PSOE no se presenta allí a las lecciones desde hace al menos tres legislaturas.

Pero es que ella no es una mujer de partido. Recuerda que al llegar de Venezuela votó a UCD y confiesa que es más afín a la derecha, pero poco más. Con el PP no le queda "más remedio", dice, que tener relación como alcaldesa. Todos los años acude a la comida que la presidenta regional, Esperanza Aguirre, celebra con las alcaldesas de Madrid. De Aguirre, Ángela destaca, por encima de todo, que tiene una "memoria de elefante" y que, aunque las vea de año en año, las conoce a todas por el nombre.

Más allá de las altas esferas, donde Ángela se siente más cómoda es con los consejeros o los directores generales, con los que tiene que pelear por las subvenciones. La regidora vive pendiente del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCAM) y declara orgullosa que aprovecha todo lo que puede para conseguir mejoras en su pueblo. Pero como a veces las subvenciones no arreglan todos los problemas, hay que tirar de inventiva. Cuando en 2003 Ángela fue elegida teniente de alcalde -aunque acabó esa legislatura de regidora al retirarse su predecesor- solo había tres niños en el colegio del pueblo. Si no llegaban a cinco les cerraban el centro. La solución llegó de Mondéjar (Guadalajara), donde contactaron con un marroquí con dos niños al que le ofrecieron una casa en Ambite si se traía a la familia. Problema resuelto. Ahora incluso hay 32 niños escolarizados.

Como la natalidad, fruto de una nueva urbanización llena de parejas jóvenes, en estos ocho años de mandato también han crecido otras cosas. Algunas buenas, como la población -de 323 a 556 habitantes-, y otras no tanto, como el paro -de una persona a 60-. Eso sí, como dice Ángela, en el pueblo los parados "lo pasan mejor que en las grandes ciudades". Allí todo el mundo tiene su casa y, quien más y quien menos, un pequeño huerto o, dicho en ambiteño, un esquimo.

Orgullosa de los logros de su mandato -un frontón, una piscina o una asociación de jubilados-, Ángela reconoce que al pueblo aún le falta algún servicio. Por eso ella recorre toda la región en busca de los apoyos necesarios para conseguir sus objetivos. A sus tres hijos, tanto ir y venir, les parece ya demasiado. Y aunque a ella le encanta conducir y le da pena dejar el Ayuntamiento, no se presentará a la tercera reelección, que acabaría con 80 años cumplidos.

Quizás entonces pueda viajar a Venezuela, donde tiene muchos amigos. O leer, o escuchar música o pasear por el monte. No tiene miedo a aburrirse aunque lleva 62 años trabajando, desde que apenas tenía 14, la mayor parte del tiempo en la Universidad Complutense. Pero hasta entonces, hasta su retiro, hasta el 22 de mayo, seguirá 24 horas al día de alcaldesa. Mientras compra el pan o está en misa. Y siempre con una sonrisa en la cara.