Una mansada y más orejas de saldo
Salió mansa la bien presentada corrida de Alcurrucén. Variada de pelaje, también de hechuras y con dos toros, cuarto y sexto, hondos, serios, guapos y ofensivos. Mas todo se quedó en pantalla. Nada más hubo porque no había nada más. Ni siquiera quinto y sexto, a los que Juan Bautista y Leandro les cortaron una oreja, salvaron la honra ganadera. Fueron estos, toros que tomaron la muleta andando y sin clase. El quinto, quizás el de mejor pintura y más en tipo, pareció prometer algo más. Pero tampoco. Sin humillar, ahora voy y ahora me paro, acabó por ser toro ramplón. A su altura estuvo Juan Bautista: también vulgar. Mucho oropel, bastante ruido, pero nueces ni una. Bullanguero, en fin. Y como la presidencia de esta plaza continua vendiendo todo a cien, concedió una oreja sin honor ni valor.
ALCURRUCÉN / ABELLÁN, BAUTISTA, LEANDRO
Toros de Alcurrucén, bien presentados. Mansos y descastados.
Miguel Abellán: entera -aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo,
dos descabellos -aviso- y cuatro más (silencio).
Juan Bautista: pinchazo y entera desprendida (silencio); casi entera (oreja). Leandro: tres pinchazos -aviso- y dos descabellos (silencio); entera tendida -aviso- y descabello (oreja).
Plaza de Valencia, 15 de marzo. Cuarta de Feria. Media entrada.
Algo parecido sucedió en el sexto. Toro serio. Guapo él. Tomó la muleta algo renegón, pero lo tomó de alguna manera. Y antes de que nadie lo pidiera, sonó la música que también está tocando a destiempo tarde tras tarde. Leandro dio muchos pases; poco ajustados por norma. Entre col y col, algún muletazo de cierta estética. Más espejo que verdad; más pose que peso. Y nueva oreja. De esas que ya nadie se acuerda porque no cuentan nada.
Esos dos capítulos fueron los menos malos de lo peor. Lo peor fue el resto y la mansada de Alcurrucén tuvo bastante que ver en ello. Pero hay que repartir culpas. Y los toreros han de cargar con las suyas.
Le molestó el viento a Miguel Abellán en el primero, que embestía a golpes, pero tampoco puso mucho empeño en disimular su escasa motivación. Poco comprometido. Poca convicción, en fin. El hermoso berrendo que saltó cuarto no permitió florituras. Toro enterado que desenterró definitivamente el hacha de guerra en banderillas: cara arriba, buscando la cabeza de los banderilleros. Abellán tomó sus precauciones. A media embestida del Alcurrucén, medios pases del torero. No entraron en batalla abierta y todo semejó un sinsentido.
Lo mejor de Juan Bautista fueron los doblones de inicio de faena al segundo. Ganó terreno y se llevó al toro fuera del tercio con torería. Pero no hubo más. También el viento molestó. Frenado en cada embestida el descastado toro, hizo que Bautista le anduviera por aquí y por allá sin encontrar solución.
El tercero amenazó con pararse y se paró a medias, aunque se declaró nulo por el pitón derecho. Al primer muletazo se le coló a Leandro, que salvó el trance con habilidad. A partir de ahí, todo por el lado izquierdo. Leandro apuntó sin disparar. Algún natural aislado. Excesiva ceremonia entre serie y serie. Al final, aburrimiento general. Y como no estaba el toro como para dejarse ver a la hora de la verdad, Leandro no disimuló su desconfianza.
De la corrida de Alcurrucén es difícil salvar algo. Entraron y salieron del caballo casi al mismo tiempo y en la lidia mostraron flagrante falta de casta.
Babelia
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