Roma no paga a traidores

El Tratado de Amistad, Sociedad y Cooperación firmado en Bengasi en 2008 por Silvio Berlusconi y el coronel Muamar el Gadafi obliga a Italia a no mediar en los asuntos internos libios e incluso a no ofrecer sus bases a terceros para intervenir contra el régimen. Y ahí tenemos por ello al Gobierno italiano midiendo las palabras de manera acrobática, calculando su alcance para no incomodar a uno y otro bando. Así el ministro de Exteriores afirma que considera "difícil imaginar" que aviones italianos lleguen a actuar para frenar el baño de sangre, actitud solo atribuible a la limitación conductual a la que les aboca el citado acuerdo. La cuestión es que en la actualidad el régimen libio viola los derechos humanos, y no existe por tanto una parte legitimada para garantizar ya tratado alguno de cooperación o amistad.

Y puesto que el régimen de Gadafi se ha convertido ahora en el principal enemigo del concierto internacional, en Roma deberían revisarse los discursos y redefinirse posturas, porque como bien reza el dicho "Roma no paga a traidores" y porque ningún pacto debería tener cabida cuando se ha vulnerado todo tipo de encuentro bajo contexto democrático.

De no hacerlo, estarán pagando un precio muy alto que supera con creces todos los beneficios obtenidos por la venta a Libia de armas entre 2008 y 2009, como lo es el que resulta de ser el cómplice de un crimen.