El esfuerzo y los atajos
Recientemente, en las páginas de este periódico, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, firmaba un artículo titulado El mérito para el que se lo gana. En él se transmitía un planteamiento realmente necesario y a menudo poco apreciado en la sociedad contemporánea: la importancia de reconocer el mérito profesional del que trabaja para alcanzarlo y lo esencial de combatir a los que escogen atajos poco honorables para lograr ciertas metas.
La Psicología Clínica, con dificultades muchas veces para reivindicarse como disciplina respetable, ajena a la charlatanería y a la ocurrencia fácil, dio hace años un importante paso en España en ese sentido. Como ya venía sucediendo en medicina, pasó a exigir a sus profesionales superar un duro examen y realizar una formación de cuatro años en el Sistema Nacional de Salud para alcanzar los conocimientos y la titulación precisa para poder tratar a los pacientes. Toda una garantía para la salud mental de la ciudadanía, que nuevamente se pone en riesgo.
La nueva pretensión (ver EL PAÍS del 1 de marzo de 2011), contraria a la excelencia y que amenaza con concretarse, es que, simplemente, con el nuevo grado de Psicología, sin posgrado ni formación sanitaria especializada, puedan atenderse pacientes y llevarse a cabo tratamientos psicológicos. Parece triunfar una cultura que premia el camino corto y el mínimo esfuerzo. También en las profesiones sanitarias.
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