Democracia y países árabes

Para justificar el saqueo de nuestros recursos y la explotación de nuestra mano de obra, los países del norte de Europa afirmaban que los españoles no éramos aptos para la democracia por ser "latinos", mientras que sus cómplices desde el interior intentaban hacernos tragar ese mito degradante diciendo que éramos "pasionales", "muy machos", etcétera. También desde el Norte nos declaraban incapaces de autogobernarnos porque éramos católicos; y aquí sus compinches falsificaban en su favor la historia, cuando la Iglesia fue, durante sus primeros siglos, democrática, escogiendo los fieles a sus obispos, incluso el de Roma, el Papa. También aducían que éramos pobres, colaborando con ellos aquí los franquistas, que calculaban cuántos dólares per cápita faltaban para que pudiéramos ser demócratas; pero los hechos muestran que lo que impide la democracia es la injusta distribución de la riqueza que ellos fomentaban.

La historia se repite ahora con los pueblos de más al Sur, a los que haría incapaces de ser demócratas su raza, o su religión -como si aquí no hubiéramos tenido la Inquisición, incluso franquista, y su monoteísmo no proviniera del nuestro-, o su pobreza, también inducida por nuestro saqueo de sus recursos y explotación de sus pueblos, allí y aquí. Su falta de democracia es pues, en gran medida, resultado de nuestros abusos, de nuestra propia falta de democracia y de respeto a los derechos humanos de todos.