Vuelve la cosa
Llevamos décadas inmersos en la revolución de lo virtual. Las obras de arte ya no se cuelgan en la pared, sino en la web; el correo no viaja en sacas, sino en paquetes de bits; los museos se visitan con el ratón en vez de con el cuerpo, los mejores profesores de física siempre están al otro lado de la pantalla, los pilotos se entrenan en simuladores, la mitad del cine es sintético yla otra mitad lo será pronto. La tecnología no está lejos de resucitar
a Cary Grant para darle el papel de Bogart en El sueño eterno, como siempre quiso el autor de la novela, Raymond Chandler. La cosa ha dejado paso a la información sobre la cosa. Pero ahora vuelve la cosa. La próxima vanguardia tecnológica ya tiene un nombre: manufactura aditiva (additive manufacturing), y la forma más rápida de describirla es como una impresora de cosas. Porque tiene el aspecto y el tamaño de una impresora, porque
su input son diseños digitales -mera información- y porque su output no son documentos ni fotografías, sino habitantes del mundo real: objetos palpables en tres dimensiones.
Donde hasta ahora había cartuchos de tinta, ahora hay unos depósitos que eyectan metales o materiales plásticos. La impresora aditiva va generando la estructura en tres dimensiones, desde abajo y añadiendo una capa de material tras otra, hasta convertir la descripción matemática de un objeto en el objeto mismo. Por el momento la manufactura aditiva es el predio de una minoría selecta de investigadores e ingenieros del automóvil y el sector aeronáutico -aun así, ya es más rentable que el moldeo por inyección convencional-, pero el futuro no tiene más límites que la imaginación. Y la creatividad empresarial. (Se puede ver una introducción a la técnica en Internet: http://www.youtube.com/user/AdditiveTechnologies).
Es lógico que vuelva la cosa, porque los símbolos nunca han servido de nada sin un significado. Puede que
el alfabeto haya sido la gran invención de la humanidad en toda su historia -con la posible excepción del fuego-, pero eso es solo porque sus 20 letras significan las 20 posibles formas de emitir un sonido de que disponemos
los humanos. A la era digital le faltaba un regreso a los principios, una revolución de las cosas.
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