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Reportaje:

Los brotes verdes de Arco

Trayecto vende tres piezas de Moraza al Reina Sofía - Iberdrola adquiere obras de Mendizabal y Agirregoikoa

La galerista Helga de Alvear se quedó prendada de la obra Bodas químicas, de Juan Luis Moraza (Vitoria, 1960), al verla en el catálogo que la galería Trayecto, de Vitoria, había elegido para llevar a Arco. Antes de que la feria de arte contemporáneo abriera sus puertas el pasado miércoles, reservó la pieza por teléfono para su colección. Fue la primera venta que hizo Trayecto en la 30ª edición de Arco, que ayer cerró sus puertas en Madrid después de cinco días de actividad con 197 galerías en su programa oficial. Con la venta de Moraza empezaron a disiparse las incertidumbres con las que los galeristas vascos -además de Trayecto, Carreras Múgica y Vanguardia, de Bilbao, y Altxerri, de San Sebastián- prepararon su presencia en Arco. "Ha ido bien, hemos facturado más que el año pasado y se han quedado abiertas otras operaciones que se pueden cerrar en las próximas semanas", reconoce el director de Trayecto, Fernando Illana. En Carreras Múgica interpretan que los resultados, aún quedando muy lejos de la euforia anterior al estallido de la crisis, alientan "un cambio de tendencia".

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El destino de Bodas químicas será la fundación de Helga de Alvear en Cáceres. La obra de Moraza en la galería Trayecto también despertó el interés del director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Moraza entra con tres obras en la colección del Reina Sofía. Dos de ellas, la instalación Límite (implosión) y el tampón de caucho Persona de calidad, fueron realizadas por CVA, el grupo que al artista vitoriano formó con María Luisa Fernández en los años 80 del siglo XX. La otra obra, Arte de armario es una de las mantelerías que Moraza serigrafió con el Estatuto de los trabajadores.

Illana no ha detectado la presencia de extranjeros en Arco 2011, a pesar de que la feria invitó a más de un centenar de coleccionistas en el marco de un programa destinado a atraer potenciales clientes que animaran el alicaído mercado español. "Solo se ha oído hablar en castellano y se ha visto algún ruso porque Rusia era el país invitado", valora. "Hemos tirado de clientes con los que trabajamos todo el año. La feria ha estado bien montada pero es más local, no acaba de alcanzar el nivel internacional que es esencial para las galerías", agrega.

Los resultados de Carreras Múgica contradicen esta impresión. Carnegie, una escultura de Richard Serra (San Francisco, 1939), fue comprada por 350.000 euros por un coleccionista brasileño. Otras ventas quedarán más cerca. El Reina Sofía también compró en la galería bilbaína obras de Asier Mendizabal (Ordizia, 1973) y una colección de fotografías de Ibon Aramberri (Deba, 1969). Iberdrola adquirió otra pieza de Mendizabal y obra de Juan Pérez Agirregoikoa.

Altxerri ha regresado a Arco después de su ausencia de 2010 con un proyecto diferente. Renunció a los grandes espacios de un centenar de metros cuadrados de los años anteriores a la crisis y optó por presentarse en el programa Arco 40, que obligaba a presentar a sólo tres artistas en 40 metros cuadrados. "La experiencia ha sido positiva. Es el espacio que se necesita para presentar a solo tres artistas, entras en contacto con los mismos coleccionistas, con los mismos colegas", explica Juan Ignacio Velilla, director de Altxerri. Redujeron los riesgos económicos y lograron vender, sobre todo obra pequeña firmada por Carmen Calvo, pero no lo suficiente. "Empezamos muy bien, pero después se ralentizó", reconoce. "No cubrimos los gastos".

Petra Pérez, de Vanguardia, asegura que la feria no ha sufrido grandes cambios en una edición en la que ha estrenado nuevo director, Carlos Urroz. "Mucha gente, muchas preguntas, mucho trabajo, quizá el negocio ha ido más lento pero con perspectivas de futuro", explica. "Hemos cerrado menos operaciones que el año pasado". Vanguardia vendió dos piezas de Rut Olabarri (una escultura y una acuarela) y una fotografía de José Manuel Balllester. Las perspectivas a las que se refería la galerista se centraban en el interés de coleccionistas por obras de Fontcuberta y Txupo Poyo.

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