Porno visceral
El porno, ese género cinematográfico cuyo único objetivo es la excitación sexual del espectador, se alimenta siempre de una estructura tan mecánica como lógica: ligeros descansos sin importancia basados en diálogos inanes, seguidos de potentes secuencias lo más dilatadas en el tiempo posible, basadas en el juego sexual de sus personajes, que acaban explotando en un orgasmo múltiple, el de los protagonistas y el del sujeto activo que ve la película, seguidos de un nuevo y necesario periodo de relax (el agotamiento, la limpieza...), sobrevenido por otro intercambio carnal con clímax, y de ahí a otro periodo de necio sosiego... Y así, ad infinítum, o hasta que se llega a la duración estándar de una película y esta se acaba.
SAW VII 3D
Dirección: Kevin Greutert. Intérpretes: Costas Mandylor, Tobin Bell, Betsy Russell, Dean Armstrong. Género: terror. EE UU, 2010. Duración: 90 minutos.
Saw VII 3D, capítulo final de la saga, es, a su manera, otra película pornográfica. Cambien los polvos por la inventiva criminal más sangrienta que puedan imaginar y tendrán la misma estructura: ligeros descansos sin importancia basados en diálogos inanes, seguidos de secuencias basadas en un juego lo más macabro y dilatado en el tiempo posible, que acaba explotando con una serie de vísceras al viento, producto de un cepo para lobos colocado en el rostro de un personaje, de un hombre pegado al asiento de un coche que, finalmente, y tras dejarse la piel en la tapicería, consigue desasirse de su atadura, o vaya usted a saber qué. ¿Que hay gente que se excita mentalmente con estas cosas? Por algo han llegado hasta la séptima parte.
Aunque la gran novedad de esta nefasta séptima entrega de Saw, serie que comenzó como un violentísimo mecanismo psicológico y que ha acabado como una parodia de sí misma, es que se puede ver en tres dimensiones. Así, hay momentos en los que los órganos vitales de los torturados saltan hasta la platea. ¿Más realismo? Ni mucho menos. El 3D ayuda a tomar distancia y a tomarse las cosas con el mismo cachondeo, el mismo tedio y semejante falta de interés con los que se puede ver una peli porno.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.