Barcelona se entrega a Saramago con un festival de la palabra
Paco Ibáñez, Marina Rossell y los asistentes cantan 'Grândola vila morena'
El auditorio de la biblioteca Jaume Fuster se quedó pequeño ayer en el homenaje de Barcelona a José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922-Tías, Lanzarote, 2010). Hoy se cumplen ocho meses de la muerte del premio Nobel portugués y su recuerdo permanece más vivo que nunca.
Muchas personas no pudieron entrar y las que lograron sitio -media hora antes del inicio había ya una cola enorme- disfrutaron y se entregaron.
Paco Ibáñez, que puso fin a la fiesta, fue aplaudido a rabiar incluso antes de coger la guitarra. "Soy un hombre de muchas nacionalidades", dijo. Y lo puso en práctica: primero cantó su popular Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique; luego, una canción en euskera; otra en castellano, y Barques de paper, de Salvador Espriu. Se disculpó por su deficiente catalán y echó la culpa de ello a los catalanes. "Cada vez que empiezo a hablar en catalán ellos se pasan al castellano pensando que lo entenderé mejor".
Pilar del Río dice que se publicará la novela inacabada del escritor
La casa museo de Saramago en Lanzarote se abrirá al público en marzo
Ibáñez, como Saramago, mantiene intacto su poder de convocatoria y de conectar con el público. "Cantaré Ya no hay locos en España, de León Felipe, para Saramago, para el juez Garzón, que está intentando salvar nuestra identidad, por el caso Couso y para seguir indignándonos".
Los aplausos atronaron la sala. Con Marina Rossell cantó Grândola vila morena, la canción que acompañó la Revolución de los Claveles. Se había distribuido la letra en un tarjetón ilustrado por Joan-Pere Viladecans y los asistentes la corearon con toda su fuerza.
Jordi Martí, el delegado de Cultura del Ayuntamiento, abrió el acto, organizado por Biblioteques de Barcelona y por Alfaguara y Edicions 62, editoras de Saramago en castellano y en catalán, respectivamente. "Sentimos una cierta orfandad por no contar hoy con su voz".
Francesc Escribano hizo una semblanza del escritor, de sus raíces, de su coherencia y su compromiso. A continuación, fueron lectores de las bibliotecas y amigos y amigas de Saramago quienes leyeron fragmentos de su obra póstuma, El último cuaderno, entre ellos, Carme Riera, Rosa Regàs. Anna Sallés, Imma Monsó, Rosa Cullell, Marina Rossell y Xavier Pàmies.
Pilar del Río -dijo que no quería que la llamaran la viuda de Saramago, en todo caso, su novia o compañera- recordó a amigos que tampoco están: Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Montserrat Roig... Explicó que La cosa Berlusconi, uno de los textos de Saramago más aplaudidos durante la velada, le obligó a cambiar de editorial en Italia. La que le publicaba antes pertenece al primer ministro italiano.
Del Río comentó antes del homenaje que las páginas escritas de Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas (verso de Gil Vicente), la novela en que Saramago trabajaba cuando murió, serán publicadas, aunque aún no se sabe en qué formato ni cuándo. "Son páginas maravillosas, espléndidas, de un hombre a punto de cumplir 88 años, pero de una gran juventud. En ellas habla de un hombre modelo, un honesto padre de familia, que cada mañana acude puntualmente a su trabajo: fabrica armas con las que se matará a alguien".
Explicó también que la casa museo de Tías (Lanzarote), donde la pareja vivía parte del año, se abrirá al público a partir del próximo 18 de marzo. "Todas las mañanas se podrá visitar el lugar donde escribía, su biblioteca".
El último cuaderno reúne los textos que el autor portugués escribió en su blog desde el 23 de mayo de 2009 hasta el 2 de junio de 2010, 16 días antes de su muerte. "Es su despedida", dijo Del Río.
Incluye comentarios de actualidad, reflexiones, relatos de viajes, notas sobre autores... que muestran la "práctica de la indignación cotidiana", como escribe Umberto Eco en el prólogo, de un escritor y un ciudadano comprometido y combativo.
La última entrada de blog solo tiene dos palabras "Obrigado, Mankell" ("Gracias, Mankell"), sobre la flotilla de ayuda a Palestina que fue atacada por el Ejército israelí y en la que viajaba el escritor sueco Henning Mankell.
"Saramago fue un bloggero atípico. No tenía tiempo para responder. Decía que el tiempo le apremiaba", comentó Pilar del Río, directora de la Fundación Saramago desde que se fundó, hace cuatro años.
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