Pasos medidos
Después de aumentar el fondo de rescate, la UE debería negociar la coordinación de la fiscalidad
Los ministros de Economía de la UE han dado un importante paso al ampliar el Fondo de Estabilidad Financiera hasta los 500.000 millones efectivos, desde un nominal de 440.000 millones actuales, de los que solo eran efectivos unos 250.000 por las reservas exigidas para mantener la cualificación más elevada. Los detalles y contrapartidas que Angela Merkel exige necesitan una negociación afinada que se extenderá hasta mediados de marzo. No hubo acuerdo, probablemente, porque es la baza negociadora que se reservan Alemania y Francia para aprobar todo o parte del plan de competitividad que esgrime la canciller, en la propuesta para permitir que el fondo pueda comprar bonos y dar créditos preventivos. Pero, al menos, ha quedado clara la voluntad de sostener a los países europeos con problemas de deuda.
La compra de bonos por parte del BCE se ha revelado como un eficaz instrumento para atemperar las tormentas financieras; no parece existir contraindicación para que esa tarea caiga en la órbita del fondo. Lo que pide Alemania, en cambio, combina capítulos aceptables, incluso deseables, con otros que exigen un riguroso pulimento negociador. El capítulo sobre el que no hay dudas es la exigencia de homogeneización fiscal en Europa. Alemania tiene razón: la desigualdad fiscal, en especial en el impuesto sobre sociedades, se convierte en competencia desleal y, en casos como el de Irlanda debilitan la estabilidad presupuestaria del país.
Merkel propone desligar los salarios de la inflación y vincularlos a la productividad. La idea general es correcta: la estabilidad del euro requiere que algunas economías se esfuercen en aumentarla. Pero la vía más saludable para conseguirlo es que suba por un aumento en el capital tecnológico de las empresas y una mejora de la formación de los trabajadores. Si se quiere vincular salarios y productividad hay que saber, en primer lugar, que es difícil calcular la productividad en las empresas, salvo acuerdo previo de los gestores y los sindicatos; y, después, que la relación salarios-productividad es una pieza de un esquema que ha funcionado bien cuando ha incluido, entre otras cosas, algún grado de participación de los sindicatos. Aunque lo ideal es que los agentes utilicen la indexación que consideren oportuna, lo más práctico es que, de entrada, se flexibilice la negociación colectiva. Eso ya sería un gran paso.
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