Relatos de viaje
Ni siquiera los viajes son lo que eran. Me refiero a los viajes memorables, los que significaban una experiencia nada rutinaria, y merecían ser contados y recordados. Viajar, adonde sea, se ha vuelto más fácil y barato que nunca. Está al alcance de quien pueda pagarse los billetes el desplazarse con reducidos riesgos y llegar a cualquier parte del mundo y darle la vuelta en menos de ochenta días sin esfuerzos y con comodidad. El turismo extiende por doquier sus redes; moderno triunfo social y firme puntal de la economía del mundo desarrollado. Indiscutiblemente. Pero el viaje del que hablo no es ese deambular en un grupo bien guiado y disciplinado por países más o menos exóticos, en rutas seguras y programadas por astutas agencias. El viaje significaba desplazarse con libertad buscando lo distinto y con atenta mirada a lo otro. Era una experiencia personal, ruptura de lo cotidiano, un cambio de atmósfera, un soplo fresco de aventura. Al menos en el sentido etimológico, de enfrentarse a lo que saliera al paso, ad ventura. Además, ya no nos queda tiempo ni sensibilidad para lanzarnos al viaje sentimental y al trato con gentes distintas. El turismo ofrece portes seguros, reducida libertad, billete de vuelta garantizado, sólo impone vídeos y cámara de fotos, bolso de compras y rebaño de compatriotas. Todo el recorrido está previsto y se descartan los encuentros arriesgados. Hace muchos años, H. M. Enzensberger, en su ágil ensayo Una teoría del turismo, analizaba la falsificada libertad de esos viajes, sucedáneo trivial del anhelo fugaz de los románticos, como signo de un tiempo gris y gregario. Y no repetiré aquí sus reflexiones. Quisiera sólo comentar, como contraste, unos cuantos libros que guardan en sus páginas el raro aroma del viaje antiguo, muy bien conservado gracias a su buen estilo. Son relatos ya añejos, pero recién editados en traducciones recientes y bien cuidadas. Comienzo, como es debido, por los dos de Patrick Leigh Fermor, magnífico narrador y maestro del género. Un tiempo para callar cuenta ascéticas estancias en prestigiosas y silenciosas abadías de norte de la vieja Francia y una visita a los monasterios rupestres abandonados de Capadocia, y Mani. Viajes por el sur del Peloponeso, sus andanzas peregrinas por el extremo sur de la vieja Grecia, ásperas tierras de singular historia, de encrespado paisaje y fiero paisanaje, que enamoraron tanto al ilustre peregrino británico que acabó por quedarse allí en la casa que él mismo diseñó en una alta colina. El primero se enriquece con un ágil y vivaz prólogo de Dolores Payás, su traductora, que nos dibuja un claro y actual reportaje del viejo aventurero. Y Mani, texto más famoso y extenso, es uno de los más aguzados y simpáticos relatos sobre la Grecia moderna, y sobre ese confín helénico de extraños ecos históricos y singulares tipos y costumbres. Viaje a la antigua Grecia rescata un texto de un prestigioso historiador del arte, que evoca sus paseos por los más ilustres escenarios helénicos: Creta, la Acrópolis de Atenas, Delfos, Eleusis, Olimpia, y Mistra, y nos ofrece sus impresiones, combinando recuerdos clásicos y paisajes actuales, con una refinada estética y claro estilo personal. En El viaje de Grecia, Jean Moréas, el poeta y precursor del simbolismo francés, evoca algunos recuerdos e impresiones de la Grecia natal en una serie de pequeños cuadros. Es una miscelánea de claro estilo, irónica y nostálgica, que alterna apuntes sobre la guerra greco-turca de fines del XIX y otros intemporales sobre figuras míticas o los árboles clásicos o las ranas griegas. Un buen prólogo informativo precede a la esmerada traducción. Con estos bellos libros y algo de imaginación se puede viajar sin riesgos.
Un tiempo para callar. Patrick Leigh Fermor. Traducción y prólogo de Dolores Payás. Elba. Barcelona, 2010. 142 páginas. 16 euros. Mani. Viajes por el sur del Peloponeso. Patrick Leigh Fermor. Traducción de Agustina Luengo. El Acantilado. Barcelona, 2010. 405 páginas. 24 euros. El viaje de Grecia. Jean Moréas. Prólogo, traducción y notas de Javier Vela. Pre-Textos. Valencia, 2010. 215 páginas. 13 euros. Viaje a la Grecia antigua. Cesare Brandi. Prólogo de J. F. Yvars. Traducción de Carmen Artal. Elba. Barcelona, 2010. 186 páginas. 18 euros.
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