444 días de calvario
Un paciente de Sant Pau espera desde hace 15 meses una operación para una dolencia que le causa vómitos y dolores
Ha sido tan larga la espera, tantos y tan angustiosos los malos ratos pasados, que ayer, cuando al fin se vislumbró una luz al final del túnel, Eva no se lo acababa de creer. "¿Estás seguro? ¿No estarás soñando?", preguntaba la pareja de Ovidio Mayo, catalán de origen asturiano de 37 años. Ovidio ha estado 444 días en lista de espera para una operación que debe poner fin a la sucesión de vómitos, dolores y mareos que han dominado su vida en los últimos dos años. Ayer, Ovidio recibió la tan esperada llamada del hospital de Sant Pau para decirle que, si no surgen nuevos imprevistos, el próximo jueves entrará en quirófano. Hasta ahora, afirma el centro, no ha podido intervenirlo porque en los quirófanos del hospital tenían prioridad los pacientes con cáncer.
Ovidio pisó por primera vez una consulta médica por sus problemas gástricos hace dos años. "Tenía diarrea, dolores de estómago, malestar", explica. La médica de cabecera le dio una baja por ansiedad, aunque él dice que su único problema era digestivo. En julio de 2009, cuando los síntomas habían empeorado, llegó a un acuerdo con su empresa, una multinacional, para dejar su trabajo de jefe de almacén.
El siguiente paso para Ovidio fue la visita a un especialista, que le diagnosticó una hernia de hiato con reflujo. Era el 11 de noviembre de 2009, hace 444 días. "El cirujano me dijo que creía que podrían operarme en marzo de 2010", dice Mayo. "Así que pasé por todo el preoperatorio. En enero vi al anestesista", continúa. "En ese momento, los síntomas habían empeorado. Tenía muchos vómitos, mareos, un dolor muy fuerte en el pecho, ardores de estómago". La hernia de hiato se complicó y la patología de Mayo se convirtió en esófago de Barret, una enfermedad que no mata, pero aumenta el riesgo de sufrir cáncer de esófago.A principios de 2010, sin embargo, la operación empezó a acumular demoras. "En mayo volví a visitar al cirujano. Me dijo que estuviese tranquilo y que la operación no pasaba del verano", recuerda Ovidio, que por entonces vomitaba las tres comidas que intentaba ingerir cada día.
El 1 de julio, harto de esperar, se decidió a escribir al Departamento de Salud. La respuesta desde la Región Sanitaria de Barcelona del CatSalut tardó tres meses en llegar y era todo menos alentadora. "Su caso continúa en lista de espera y todavía no se puede programar, porque se han de priorizar las neoplasias [tumores], aunque el resto de quirófanos van incluyendo otras patologías, como la suya".
"Cuando recibí esa respuesta, se me cayó el mundo encima", cuenta Ovidio. "Me decían que no sabían cuándo podían operarme", abunda. A finales del mes de octubre, volvió a hablar con el cirujano que lleva su caso. Fueron los dos, él y Eva, su novia, "a llorar". "Les dijimos que nos estaba afectando a la vida de pareja", relata Mayo, que duerme medio incorporado para aliviar el dolor. El cirujano repitió los argumentos que habían leído antes en la carta: "Que no sabía cuándo podrían operarme y que la dirección le obligaba a establecer unas prioridades, entre las que no estaba mi caso". "Me recomendó que pusiese una reclamación contra él mismo".
Ovidio entiende que su dolencia no es algo que ponga en riesgo la vida ni que deba ser operado con urgencia, pero se queja de los grandes trastornos que han causado a su vida los continuos vómitos. Desde el momento que empezaron los síntomas ha perdido 30 kilos. Explica que, a menudo, también siente frío y que su vida social se ha reducido al mínimo.
Tras el frustrante encuentro con el cirujano, Ovidio decide utilizar un último recurso, la garantía que el Departamento de Salud da a todos sus pacientes que, si tras seis meses en lista de espera no han sido operados, pueden solicitar ser intervenidos en otro hospital. "Solicité la derivación, pero me llamó el cirujano personalmente y me dijo que el resto de hospitales también estaban colapsados, que pidiese una visita urgente y que me operarían en enero". El lunes de esta semana volvió a llamar. "Me dijeron, textualmente, que había siete u ocho desgraciados como yo esperando", explica Ovidio, por entonces ya desesperado. "Todo esto te deshumaniza", dice.
Ayer, al fin, llegó la llamada y Ovidio no podía contener las lágrimas. Aunque después de todo lo pasado, no se acaba de fiar. "Hasta que no esté en la mesa del quirófano y me anestesien, no me lo creo", bromea. Después de la operación, este socio del Oviedo se dedicará a hacer todo lo que ha pospuesto durante este tiempo: "Tener un hijo, mudarnos de casa, empezar a trabajar en algo que me satisfaga...". No son planes menores.
Una irritante aclaración
La información es un bien preciado para todo paciente y su falta es un motivo frecuente de queja. Pero, en ocasiones, cuando la espera se alarga durante demasiados meses y síntomas como vómitos y dolores se repiten a diario, precisar demasiado o repetir las mismas cosas puede llegar a molestar.
Para Ovidio, esto ocurrió con la respuesta a su reclamación al Departamento de Salud. El escrito, que tardó más de tres meses en llegar, despacha en dos párrafos su petición. Lamenta "no poder avanzar todavía una fecha de intervención", "entiende su inquietud por el retraso" y "desea que la evolución de este proceso asistencial sea plenamente satisfactorio".
A continuación, la carta contiene lo que parece un corta y pega en el que Salud pasa a venderse. "El CatSalut tiene como objetivo garantizar a los ciudadanos una atención sanitaria integral utilizando los medios adecuados y posibles para favorecer la racionalización de la demanda no atendida... Estamos trabajando en la mejora del servicio" cuenta el párrafo.
"Pura política", se queja Ovidio, que recuerda como se le "cayó el mundo encima". "No me esperaba una respuesta así".
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