Supervivientes del túnel
En 1989, tras conquistar a todos los públicos con películas que aunaban la calidad y la comercialidad, Steven Spielberg cosechó algunos de los peores comentarios de su carrera con Always (Para siempre), película sobre la delgada línea que separa en ocasiones la vida de la muerte y sobre la posibilidad de establecer contacto con el más allá, ya sea de forma carnal o espiritual. Un tema peligrosísimo porque incluso el mejor director se puede hundir por culpa de aspectos tan distintos como la cursilería o la dificultad para visualizar los fenómenos alejados de la ciencia.
En esa categoría de "mejor director" también podría entrar Clint Eastwood, que ha hecho oídos sordos a los pobres resultados de Always al componer Más allá de la vida , película-puzzle sobre la obsesión por la muerte y sus consecuencias, coproducida por, precisamente, Spielberg. Eastwood, sin embargo, ha controlado mejor las aristas más arriesgadas de la propuesta y, ayudado por ese poso de tranquilidad, de seguridad, de naturalidad, de clasicismo que siempre tienen sus últimas películas, ha compuesto un melodrama melancólico y reposado, fluido y nada grandilocuente, sobre esa leyenda urbana titulada algo así como las-luces-blancas-al-final-del-túnel. Una película lejos de sus últimas obras maestras (Mystic river y Million dollar baby), pero en modo alguno desdeñable.
MÁS ALLÁ DE LA VIDA
Dirección: Clint Eastwood
Intérpretes: Matt Damon, Cécile de France, Jay Mohr, Bryce Dallas Howard, Richard Kind.
Género: drama. EE UU, 2010.
Duración: 129 minutos.
En primer lugar, el director hace bien en complicarse lo menos posible con la visualización de los contactos paranormales entre vivos y muertos del médium interpretado por Matt Damon. A Eastwood , y quizá también a su reputado guionista, Peter Morgan (La reina, El desafío: Frost contra Nixon), lo que le interesa de verdad es la lacra mental que a veces supone haber sobrevivido por los pelos a una experiencia al borde de la muerte. Se vive pero no del mismo modo. El óbito te ha mirado a los ojos, te ha dejado marchar, pero se es otro. Y es ahí, más allá de la espectacularidad de la secuencia inicial, ambientada en el tsunami del océano Índico de 2004, donde la película tiene su punto fuerte.
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