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Menos tabaco y alcohol explican la longevidad de las mujeres

Un estudio anticipa que la brecha en esperanza de vida tiende a reducirse

María R. Sahuquillo

El tabaquismo es la principal causa por la que los hombres viven menos años (75 frente a 83, de media) que las mujeres en toda Europa. Es la conclusión de la investigación de un grupo de expertos de la Unidad de Salud Pública y Social del Consejo de Investigación Médica de Glasgow (Escocia), que sostiene que las enfermedades relacionadas con el tabaco (cáncer de pulmón, patologías cardiovasculares o problemas pulmonares, entre otras) suponen el 60% de las diferencias de género en las tasas de mortalidad en Europa. El alcohol (que provoca patologías hepáticas o cáncer de garganta y esófago, por ejemplo) representa alrededor del 20% de esa brecha, según el documento que ha analizado datos sobre tasas de mortalidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 30 países.

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Un análisis que estudia diferencias de mortalidad clave, ya que las enfermedades provocadas por el tabaco y el alcohol son factores de riesgo claramente evitables. Sin embargo, los cambios en los hábitos de consumo de tabaco y alcohol en las mujeres de toda Europa indican que esas diferencias en la esperanza de vida tenderán a reducirse. "Los cambios en los patrones de tabaquismo sugieren que la brecha en la mortalidad entre géneros disminuirá en las décadas venideras", afirman los investigadores.

En España, por ejemplo -donde los hombres viven seis años de media menos que las mujeres-, las fumadoras han pasado del 23% al 27,2% en 15 años (frente al descenso en los hombres, que ha pasado del 55% al 42,1%); y las muertes por patologías relacionadas con el tabaquismo están aumentando entre este grupo de población. Los fallecimientos de mujeres por estas causas han pasado de 1.281 en 1978 a 5.981 en 2006.

"Si la exposición a los factores de riesgo se iguala entre los sexos, las diferencias de mortalidad van a ser menores. Así, la diferencia entre la expectativa de vida de hombres y mujeres se acortará", explica Bartomeu Massuti, secretario del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (Gecp).

Estos patrones en los que la mortalidad en hombres es más alta que en las mujeres se repite en toda Europa, pero hay una considerable variación en la magnitud de la brecha (en Ucrania, por ejemplo, la diferencia es de 495 muertes por cada 100.000 al año; frente a las 97 de Islandia), explica el informe, publicado en la revista Tobacco Control (de la prestigiosa British Medical Journal). Sin embargo, a pesar de estas elevadas distancias entre países, la brecha de género se mantiene entre un 40% y un 60% en las causas relacionadas con el tabaco, y alrededor del 20% en el alcohol. En España, la diferencia es de 168 muertes por cada 100.000 muertes por el tabaquismo y de 58 por causas atribuibles por el alcohol.

Los datos por países revelan que, cuanto más al norte, más escasa es la diferencia entre la expectativa de vida masculina y femenina. Algo que tradicionalmente se ha intentado explicar por causas genéticas o de raza, explica Massuti, y que ahora se explica con que las mujeres de los países del Norte aumentaron su tabaquismo dos décadas antes que las del sur.

Pero la investigación publicada ayer en la revista británica no deja de tener un punto polémico. Durante décadas han sido muchos los expertos que han afirmado que la brecha en la esperanza de vida entre sexos se explica fundamentalmente por causas biológicas. "En las últimas dos o tres décadas la disparidad en la esperanza de vida se ha debido en parte a hábitos de vida, también al tabaco y al alcohol", sostiene Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, "pero esto ni de lejos explica la mayor parte de diferencias entre hombres y mujeres".

Rodríguez Artalejo cree que además de las diferencias biológicas no hay que obviar existen otros factores clave: "Disparidades psicosociales, que tienen que ver con el diferente papel de la mujer en la sociedad; diferencias en el estilo de vida, como la exposición a factores de riesgo en el trabajo, por ejemplo, las muertes por causas violentas, en accidentes de tráfico o de trabajo, donde mueren más hombres que mujeres y además jóvenes, lo que afecta mucho a la esperanza de vida".

La diferencia entre la esperanza de vida masculina y femenina ha sido objeto de largos debates. No es un tema baladí. "Si se clarificara a qué se debe y esto fueran factores controlables, como lo pueden ser el tabaquismo y las enfermedades relacionadas con el alcohol, se podría aumentar la esperanza de vida de los hombres y afianzar la de las mujeres, un tema que afecta desde a la atención sanitaria como a las pensiones", aclara Rodríguez Artalejo.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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