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Ser o no ser (un artista gay)

La salida del armario de Ricky Martin fue recibida por la industria musical que lo amamantó con un leve arqueo de cejas. Entonces (abril de 2010) la pregunta no fue tanto "¿pero era gay?" como "¿por qué ahora?". Si se acude en busca de respuestas a alguien tan poco dado a la corrección política como Larry Tee, productor y autor de Supermodel (you better work), la canción que en 1992 convirtió a RuPaul en la primera estrella pop drag queen, dirá: "Los artistas gays no deben salir del armario por tener una responsabilidad con el público gay. Deben salir del armario porque es un buen negocio. Los tiempos cambian".

¿Tanto como para que la muy conservadora industria discográfica admita como viable comercialmente ese paso si viene de un ídolo teen? Diego Torán, director artístico de EMI España, así lo cree: "Lo que ha evolucionado es la sociedad, ya no se le da importancia. Incluso las quinceañeras de hoy lo tienen mucho más aceptado. Si esto hubiera ocurrido a principio de los noventa, igual sí habría tenido más trascendencia".

"La sociedad ha evolucionado. Las quinceañeras lo aceptan más"

Todo esto podría explicar por qué la publicación de su autobiografía, Yo (Plaza & Janés), que debió de resultar un acontecimiento revestido con el aroma de escándalo, quedó en modesto lanzamiento. En el libro, escrito con estilo candoroso y escasa capacidad para epatar a una burguesía con poca tendencia al asombro, Martin reconoce que efectivamente "esa imagen de latin lover" fue uno de los factores que contribuyeron a alimentar rumores: "Tal vez pensarían que yo hago todo lo que hago -mi manera de bailar, mis letras, los movimientos sexis- porque en realidad quería ocultar mi realidad. Y ahí sí siento que es necesario aclarar las cosas: yo soy el artista que soy por todas las influencias, experiencias y sensibilidades estéticas que tengo, y eso no tiene absolutamente nada que ver con mi sexualidad".

Martin detalla en su libro el calvario de dudas por el que atravesó antes de encontrar las fuerzas para dar el paso a los 38 años, siendo ya padre de dos niños. Incluso aunque no siempre tuviera una relación tan difícil con su sexualidad. Tras años de estrellato infantil con la boy band Menudo, y habiendo experimentado con ambos sexos, barajó la posibilidad de salir del armario al enamorarse de un locutor de radio en Los Ángeles, pero el rechazo que mostró su propia pareja le amilanó. Poco después alcanzaría el éxito global como solista y la situación se tornaría más complicada. "Lo que yo hago inevitablemente tiene repercusiones en las vidas de otros", escribe, "y en aquel momento yo sentía que si yo hablaba de mi sexualidad, la gente me rechazaría y probablemente se acabaría mi carrera. Ahora, al pasar los años, me doy cuenta de lo absurdo del planteamiento".

Hace 12 años, cuando sus actividades en un baño público de California obligaron a George Michael a declarar su sexualidad al mundo, el cantante fue aclamado ampliamente por su valor. Según Mike Atkinson, especialista en música pop de The Guardian, "la reacción a la confesión de Martin ha sido muchos menos efusiva. Las reacciones variaron entre el 'a quién le importa' y el 'eso ya lo sabíamos', con algunos incluso sugiriendo que todo el episodio era un truco publicitario orquestado para impulsar las débiles ventas de su música". Alfonso Llopart, director de la revista Shangay, sigue, con todo, otorgándole importancia al gesto: "Al margen de que pudiera haber un motivo comercial añadido, como reactivar las ventas de discos o impulsar la de su libro de memorias, que un personaje de su dimensión en una sociedad tan verde en el tema gay como la latinoamericana haga esas declaraciones es muy importante. Debe de ser la primera gran figura latina que lo hace".

Que Rufus Wainwright, R.E.M. o Scissor Sisters llenen conciertos con público mayoritariamente heterosexual no sorprende a nadie en la industria, que ya tiene precedentes en Elton John o Queen. Los artistas fueron los primeros en librarse de los prejuicios, aunque casi siempre se les exigiera que encajaran en alguna de las dos categorías más aceptadas: la de extravagante, genial e irónico, o la de intelectual, reservado e irónico. Mucho más novedoso es que se analice hoy la salida del armario de un galán en términos de estrategia con posibles réditos comerciales. Especialmente cuando hace solo un mes Richard Chamberlain (protagonista de El pájaro espino, fuera del armario desde que en 2003, a los 69 años, publicara su autobiografía) recomendaba en la revista The Advocate no imitar sus propios pasos: "Todavía hay una enorme cantidad de homofobia en nuestra cultura. Es lamentable, pero ahí está. Para un actor, trabajar es una especie de milagro, la mayoría no lo hace. Por lo que es una tontería que un actor diga: "Oh, no me importa si alguien sabe que soy gay". Especialmente si es un galán. Personalmente, yo no le aconsejaría que lo hiciera".

El testimonio de Daniel Zueras, concursante de Operación Triunfo 2006, ilustra bien cómo en la industria del entretenimiento se confunde en muchos casos tolerancia y ausencia de prejuicios con oportunismo y frivolidad. "Cuando salí de OT hubo una lógica prisa por hacer un disco para aprovechar la inercia del programa", revela. "Mi primer single, No quiero enamorarme, no era particularmente heterosexual, gay o bisexual. Cualquiera podía identificarse con él". Pero la multinacional que le contrató al salir del programa le propuso hacer con la canción un clip gay de alto voltaje. "A mí no me apetecía abanderar la homosexualidad. Pero había ciertas presiones por hacer algo que llamara la atención. Entonces mi propuesta fue que, ya que había que hacerlo, pues mejor mostrar las dos caras. Así que añadí en el vídeo un elemento de bisexualidad".

El vídeo tuvo un impacto inmediato en Europa y América. Y más de un millón de descargas en YouTube. Zueras lo defiende porque considera que "la educación no está reñida con tener una mentalidad abierta o ser tolerante con cualquier sexualidad", pero a continuación confiesa que "confundió mucho al público". "Especialmente después de haber dado una imagen tan afable en un formato como OT". Hoy Zueras sigue desarrollando su carrera en Zaragoza y cultiva una estrecha relación con su pequeña pero sólida base de fans. ¿Se arrepiente del vídeo? "Tuvo su lado positivo, pero en sí fue pan para hoy y hambre para mañana".

Solo queda saber si a Martin la salida del armario le deparará mañana un angustioso ayuno o un opíparo banquete como ese artista valiente con una flamante identidad sexual que ha decidido ser.

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