Ayer mataba gente, hoy vigilo museos
La 'Anunziata' de Antonello da Messina, una de las joyas del Renacimiento, se exhibe en la Galería Regional de Palermo custodiada por ex sicarios de Cosa Nostra
Uno de los retratos más delicados del Renacimiento italiano, la Virgen de la Anunciación de Antonello da Messina (entre 1430 y 1470), está custodiada en la Galería Regional de Sicilia por media docena de ex presidiarios de Cosa Nostra, la mafia local. Los ex sicarios comparten las tareas de vigilancia del museo, situado en el imponente palacio Abatellis, con policías y vigilantes privados. Se trata de un programa de la región autónoma siciliana destinado a reinsertar a presos que han cumplido una parte de su condena. Las cárceles italianas no dan abasto y las autoridades intentan solventar el hacinamiento con imaginación. Algunos condenados de Cosa Nostra, que sufrió innumerables detenciones a finales de los años ochenta, están volviendo al mundo exterior en un ambiente de cultura y calma, lejos de las lupare (escopetas), las drogas y la extorsión.
La iniciativa forma parte de un programa de reinserción
"Es como poner al zorro a cuidar del gallinero", ha dicho la revista 'L' Expresso'
Entre los extraños guardianes de la Annunziata, una virgen guapísima tocada con un velo azul cobalto del que emergen unas manos suspendidas en el aire, hay algunos mafiosos a los que en su día les fue aplicado el artículo 41 bis del Código Penal, que establece duras condiciones carcelarias para los delitos más graves, dijeron a este diario fuentes del museo.
Además de la obra maestra pintada en 1475 por Antonello da Messina, los excarcelados vigilan obras medievales y renacentistas de un valor incalculable, como el busto de Leonor de Aragón, de Laurana, o el célebre fresco del siglo XIV titulado El triunfo de la muerte, que ocupa una gran pared de la planta baja del museo.
El problema para los que quieran visitar a la Anunciación, que algunos conocedores consideran tan fascinante como La Monna Lisa, es que solo se puede hacer por las mañanas. Los ex presidiarios de la Galería Regional (antes Nacional) solo trabajan en horario matinal, de modo que uno de los principales museos de Palermo no tiene personal suficiente para abrir por las tardes.
En este momento, el museo solo abre sus puertas cuatro horas al día, entre las 9.00 y las 13.00, aunque la página web de la pinacoteca afirma que una parte de la galería se puede visitar también por las tardes.
Según Lirio Abbate, activista antimafia y periodista de L'Espresso, "Sicilia es así, es como poner al zorro a vigilar el gallinero, y los mafiosos tienen más privilegios que los recién licenciados, con lo que suceden cosas tan alucinantes como esta, que el museo solo abre cuando los mafiosos trabajan".
La tarde del pasado viernes, el museo se encontraba cerrado, pero no del todo: uno de los vigilantes se ofreció amablemente a mostrar el maravilloso óleo a un pequeño grupo de turistas, previo pago de una entrada de cuatro euros (precio reducido). La virgen de Da Messina parecía estar segura: la tabla de inspiración flamenca está metida en un soporte hermético y protegida por un cristal.
Un trabajador del museo explicó que era preciso abonar el billete porque los servicios de taquilla han sido privatizados, situación que se repite en otras pinacotecas del país ante el continuo recorte de fondos a la cultura. Según medios palermitanos, en algunos museos sicilianos se han producido últimamente desfalcos en los ingresos de las taquillas.
La falta de personal y de actividad en el Palacio Abatellis resulta especialmente irónica porque las cifras de desempleo en Sicilia superan de largo la media nacional, y porque el Gobierno regional, que preside el centrista y ex democristiano Raffaele Lombardo, manejó durante 2010 un presupuesto que ascendió a 27.196 millones de euros, mayor que el de algunos países de la UE.
El Palacio Abatellis, construido por Matteo Carnalivari en el siglo XV, es uno de los más ilustres ejemplos del estilo gótico-catalán de Sicilia y preside el acceso al puerto de la ciudad de Palermo desde el viejo barrio de la Kalsa. El estado de conservación del edificio es excelente (fue restaurado en 2009), y en la fachada lateral se pueden ver dos antiguos escudos con la senyera, el águila imperial y la leyenda Manya y Fuerza.
Caravaggio, ¿comido por los cerdos?
La relación entre las mafias italianas y el arte no es nueva. El tráfico de arte, sobre todo sacro, y de piezas robadas en los cientos de sitios arqueológicos y museos poco vigilados de Italia es una actividad habitual del crimen organizado local. El caso más llamativo es el robo de una de las dos natividades sicilianas de Caravaggio: la tela fue descosida del altar del oratorio de San Lorenzo de Palermo por dos desconocidos durante la tormentosa noche del 17 al 18 de octubre de 1969 y desde entonces las autoridades no han vuelto a verla.
El primero en atribuir el robo a Cosa Nostra fue el colaborador de la justicia Francesco Marino Mannoia, un mafioso siciliano detenido hace 20 años en Estados Unidos, que se adjudicó el hurto cuando declaró en el juicio por complicidad mafiosa celebrado en Palermo contra el siete veces primer ministro, Giulio Andreotti. La tétrica declaración de Mannoia, que afirmó que cuando estaba enrollando la tela para llevársela se deshicieron los colores hasta destruir la pintura, fue desmentida posteriormente por otros bosses detenidos, que dijeron que el culpable no fue Mannoia sino dos ladronzuelos que no pidieron permiso a la mafia, por lo que esta se limitó a localizarles antes que la policía para arrebatarles la tela, que luego habría pasado de familia en familia como símbolo de prestigio y poder. Hoy, 41 años después, el robo ha prescrito pero el cuadro sigue desaparecido. Según algunas voces, ha presidido muchas reuniones de la cúpula de Cosa Nostra y lo seguirá haciendo. Otros afirman, sin embargo, que el caravaggio ya no existe. Según ha declarado el sicario arrepentido Gaspare Spatuzza a los fiscales de Palermo, su capo Filippo Graviano le contó en la cárcel hacia 1999 que el cuadro "había sido destruido en los años ochenta por la familia Pullará". Según la versión del pentito, "la obra fue escondida en un establo pero se arruinó: se la comieron los ratones y los cerdos, y por eso finalmente fue quemada".
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