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Reportaje:

Esclavitud en Sabadell

Desmantelado un taller de confección en el que 18 trabajadores chinos eran explotados - Algunos vivían en unas condiciones insalubres en la misma nave

Jesús García Bueno

El submundo de los talleres textiles clandestinos sale a la superficie de vez en cuando. Y cuando lo hace, pone de manifiesto que la explotación laboral de cientos de trabajadores del sector -en su mayoría, de origen chino- es una realidad vigente en Cataluña. El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) ha desmantelado un local de confección ilegal que operaba en Sabadell (Vallès Occidental). La policía ha detenido a sus dos propietarios.

En el almacén, situado en las afueras de la ciudad, trabajaban -y en algunos casos vivían- 18 hombres y mujeres en condiciones insalubres, según explicaron fuentes de la investigación. Los trabajadores cobraban sueldos que en China pueden ser razonables, pero que para los estándares europeos resultan miserables. Para algunas de las víctimas que ha localizado la policía, disponer de un techo bajo el que dormir ya era una forma de pago. Los operarios, además, cubrían largas jornadas de trabajo.

Los dos empresarios arrestados fijaban horarios variables para evitar sospechas

La investigación que ha acabado con el cierre del taller clandestino se inició el pasado mes de mayo. Agentes del municipio tuvieron conocimiento de la existencia de una nave industrial en la que entraban y salían trabajadores a todas horas. El local resultó ser propiedad de una empresa registrada legalmente en la Seguridad Social, pero el número de asalariados que acreditaron los dos gestores de la empresa de confección era netamente inferior al número de trabajadores reales que sacaban el trabajo.

Para eludir la acción policial, los empresarios organizaban turnos dispares e irregulares, que cambiaban con relativa frecuencia. Así, el trabajador que el lunes empezaba su jornada a las seis de la mañana podía iniciarla, al día siguiente, a las diez. Lo cierto es que buena parte de los extranjeros explotados ni siquiera tenían necesidad de abandonar el almacén, porque también vivían allí.

La primera planta de la nave industrial funcionaba como un hotel improvisado. Los trabajadores dormían hacinados en colchones colocados en hilera y situados en los más diversos rincones del local, según constataron los agentes de Sabadell. Las condiciones higiénicas allí dentro eran lamentables, subrayaron las mismas fuentes. Durante el registro, los policías también inspeccionaron a conciencia la planta baja, donde se ubica un clásico taller de confección.

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El taller disponía de 36 máquinas de coser, centros de planchado industrial, una máquina remachadora y metros y metros de telas de diversos colores para elaborar las prendas. El local estaba iluminado únicamente con tubos fluorescentes y el espacio para cada operario era muy reducido. En el momento del registro, algunos de los trabajadores asiáticos se encontraban en el taller y otros en la vivienda.

La policía detuvo a los dos propietarios del taller por un presunto delito contra los derechos de los trabajadores. Los investigadores deberán analizar ahora el destino del material que se confeccionaba en el taller de forma ilegal. Como han demostrado anteriores operativos policiales en diversas ciudades catalanas, los talleres clandestinos fabrican prendas para otras firmas, que actúan como intermediarios de mayoristas de moda o tiendas de ropa. En ocasiones -cuando las necesidades del mercado requieren más mano de obra para acabar las piezas- también trabajan directamente para cadenas de fama acreditada, aunque el intermediario siempre está presente.

El seguimiento policial no es sencillo. Por duras que sean sus condiciones, los trabajadores lamentan este tipo de operativos, porque les dejan sin trabajo. En la redada, los agentes se presentaron en el taller acompañados por personal de Inspección de Trabajo y de la Seguridad Social, y por un intérprete chino, que facilita la tarea de recoger los testimonios de las víctimas.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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