EE UU intentó evitar que Sacyr lograse las obras del Canal de Panamá
Washington hizo gestiones para impedir el triunfo español - Panamá expresó dudas de que Sacyr pudiera ejecutar el proyecto
La embajada de EE UU en Panamá abogó "implacablemente" para que la estadounidense Bechtel ganase el concurso de la ampliación del Canal, en el que compitió con las españolas ACS y Sacyr, la finalmente ganadora con una oferta de 3.120 millones de dólares (unos 2.350 millones de euros). Las gestiones de la embajada incluyeron múltiples contactos con miembros de los consorcios para intentar averiguar los precios de las ofertas, con el asesor independiente (una empresa de EE UU), y con la propia Autoridad del Canal de Panamá, según revelan los documentos obtenidos por Wikileaks a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Diplomáticos de EE UU afirmaron en numerosas ocasiones que Sacyr estaba técnicamente quebrada, que no sería capaz de ejecutar el proyecto y que ganó el concurso gracias al apoyo del Gobierno español. En uno de sus documentos aseguran que las dudas sobre la capacidad de ejecutar las obras son compartidas por el Gobierno panameño.
Bechtel dice que los 2.350 millones de la española no dan "ni para el hormigón"
EE UU consideraba estratégico el concurso para la ampliación del Canal de Panamá. No solo porque por el Canal pasa buena parte del tráfico marítimo intercontinental con origen o destino en sus puertos, sino también porque la oferta de Bechtel incluía compras a proveedores de EE UU por más de 1.200 millones de dólares.
Varios documentos confidenciales muestran cómo la embajada recabó información de la consultora CH2MHill, asesor independiente en el proceso. Las averiguaciones llevaron a la embajada a la errónea conclusión de que solo ACS y Bechtel eran licitadores creíbles, porque Sacyr estaba "al borde de la bancarrota", según sus análisis. Sus diplomáticos creían que no aprobaría la revisión de viabilidad financiera o sería incapaz de suscribir las garantías exigidas. Además, según CH2MHill, Sacyr había "enviado una propuesta técnica que podría no ser mínimamente aceptable". Pero resultó que la oferta de Sacyr fue finalmente la mejor puntuada tanto desde el punto de vista técnico como económico.
Ya antes de la adjudicación, la embajada afirmaba que "una victoria de Sacyr sería desconcertante". "Sacyr está considerada en bancarrota y está siendo apuntalada por el Gobierno español", añadía. Fuentes de Sacyr recuerdan que la compañía había vendido en 2008 la mayor parte de su filial de concesiones Itínere, lo que rebajó su deuda de forma muy notable. Luego, en 2009, año de la adjudicación del Canal, las 10 mayores obras ganadas por Sacyr fueron en el exterior, siendo un año de contratación récord fuera de España. En ese ejercicio el grupo elevó su facturación un 9%, hasta 5.858 millones, y tuvo un beneficio de 506 millones.
EE UU había recabado información sobre los avales prestados al proyecto por el Cesce (dependiente del Ministerio de Industria) y su equivalente italiano (pues Impregilo es socio de Sacyr) y consideraba que eso podía ser ilegal. El Departamento de Estado pidió a la Embajada en Madrid que hiciera averiguaciones sobre ese posible apoyo público, alegando que el concurso podría verse "manipulado". EE UU señalaba a la embajada que estaba apoyando a Bechtel para así generar empleos indirectos en EE UU. Washington quería denunciar la situación financiera de Sacyr ante el Canal antes de que se anunciase el ganador del "proyecto del siglo". Sacyr precisa que Cesce hizo solo el reaseguro de acuerdo con su finalidad legal de servir de instrumento para el apoyo y fomento de actividades e inversiones internacionales. Por cierto, "la oferta de Bechtel estaba asegurada por la intervenida AIG", añade.
La victoria de Sacyr provocó la frustración de los diplomáticos de EE UU. Marcaba "un creciente apogeo de la influencia española en Panamá". "Sospechamos que Sacyr, con problemas financieros, fue capaz de ofrecer un precio sorprendentemente bajo gracias al respaldo del Gobierno español", comunicaba la embajadora Barbara Stephenson al Departamento de Estado. Y proseguía: "La victoria de Sacyr complica nuestras relaciones bilaterales tanto política como económicamente".
La embajada analizó las posibilidades de que Bechtel impugnase el proceso. La estadounidense admitió que su baja puntuación técnica pudo deberse a un diseño demasiado innovador y no veía base para reclamar por esta vía. Pero sí creía que Sacyr había violado las normas europeas de competencia al obtener garantías estatales y reclamaría si encontraba pruebas. Finalmente, ninguno de los dos perdedores presentó alegaciones, tras analizar la oferta ganadora, "lo que da idea de la solvencia técnica del proyecto presentado", según Sacyr.
Según Bechtel, la oferta ganadora de 3.120 millones de dólares de Sacyr no daba ni para "poner el hormigón". La estadounidense había dado un precio de 4.200 millones y sospechaba que Sacyr intentaría renegociar al alza el contrato durante su ejecución.
La Embajada de EE UU terminó admitiendo que las contragarantías dadas a Sacyr no violaban las reglas del concurso, pero seguía a la caza de brujas: "No podemos descartar que el Gobierno haya dado otro tipo de garantías a Sacyr que le permitan acceder al crédito necesario para ejecutar el proyecto, preservando puestos de trabajo españoles y previniendo el rumoreado shock del sistema bancario español que podría resultar de la caída de Sacyr".
Bechtel y la embajada expresan continuas dudas sobre la capacidad de Sacyr para ejecutar el proyecto. A esas dudas se suman las expresadas por el vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, Juan Carlos Varela, ante una delegación de congresistas, según la transcripción de la embajada. "El proyecto de ampliación del canal es un desastre", aseguran que dijo en un almuerzo el 29 de diciembre de 2009. "En dos o tres años será obvio que ha sido todo un fracaso", le entrecomillan. Varela también expresó sus serias dudas el 3 de enero en una conversación en la que participó el número dos de la embajada. "Uno no hace chapuzas con algo tan importante como el Canal. Cuando uno de los licitadores hace una oferta 1.000 millones de dólares inferior a la del siguiente, hay algo que está muy mal", aseguran que dijo. El propio presidente, Ricardo Martinelli, expresó dudas similares a la embajadora. Cuando Stephenson le preguntó cómo iba el proyecto, "Martinelli hizo una mueca, indicó que estaba un poco preocupado y dijo que temía que el administrador del Canal podría haber inclinado el concurso hacia el consorcio que incluía a CUSA, dirigida por su primo", relata la embajadora.
Sacyr, que asegura que el proceso fue "ejemplar en todos los sentidos", subraya que en agosto los responsables de la obra afirmaron públicamente que la obra va más avanzada de lo previsto en el cronograma de actuaciones. "Hay que tener en cuenta que terminar a tiempo estos trabajos (cinco años) supone una importante gratificación y retrasarse una fuerte penalización", subraya la española.
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