El PSC pugna por entrar en el juego de pactos CiU-PP
Núria de Gispert, investida presidenta del Parlament
El Parlament empezó ayer su novena legislatura con la investidura de su primera presidenta de su historia, Núria de Gispert, de Convergència i Unió (CiU). Partit dels Socialistes (PSC) y Partido Popular (PP), con seis votos cada uno, facilitaron la elección de la presidenta, un gesto que no es baladí y muestra cómo los tres grandes partidos de la Cámara, y muy especialmente CiU y PP, se disponen a pactar en las grandes cuestiones, al tiempo que excluyen a los pequeños, como estos se encargaron de lamentar.
Con todo, hasta las elecciones municipales del próximo mes de mayo, el de Cataluña será un parlamento que trabajará al cámara lenta: sin entrar en temas peliagudos que puedan hacer aflorar -y mucho menos visualizar-, alianzas políticas entre formaciones que les hipotequen ante sus electores.
CiU da al PP un papel preeminente con la nueva distribución de diputados
El PSC votó a la democristiana para no quedar excluido de futuras alianzas
El gesto de Convergència con el PP -el tercer partido de la Cámara, como se encargan de recordar sus diputados- que más impacto tuvo ayer, y que no pasó nadie por alto, fue la nueva distribución en los escaños. De la posición lateral de la pasada legislatura, los populares pasan a ocupar el centro de la cámara para huir de la esquina de la derecha y captar la mayoría de barridos de las cámaras. Alicia Sánchez-Camacho estaba ayer feliz: su primer día en la Cámara y se sentó justo detrás de Artur Mas. Su presencia en cualquier imagen del futuro presidente de la Generalitat en el hemiciclo está garantizada, pero por poco tiempo porque luego Mas pasará al banco del Gobierno y Sánchez-Camacho tendrá a otro diputado de CiU. A cambio de facilitar el nombramiento de De Gispert y de votar el nombramiento del convergente Lluís Coromines como vicepresidente (62 votos de CiU y tres del PP), los populares se aseguraron el espectro central del hemiciclo y la primera secretaría de la mesa. El PP niega que en el paquete de acuerdo esté incluida la abstención para facilitar la investidura de Mas, pero la izquierda en bloque lo da por hecho.
CiU también lo niega pero todo apunta a que en este escenario de partida ha ganado un sólido aliado en el momento en que temía una legislatura de todos contra CiU como pasó en 1996 cuando el candidato convergente a presidir el Parlament fue derrotado por el socialista Joan Raventós. De momento, CiU logró dos de sus objetivos: conseguir en la primera votación el nombramiento de De Gispert con 77 votos (62 de CiU; seis del PSC; seis del PP y tres de Ciutadans) y no perder la mayoría de la mesa. En este escenario y en ausencia de gestos de CiU hacia el PSC tan evidentes como hacia el PP, fuentes parlamentarias aseguran que los socialistas apoyaron a de De Gispert para no quedar descolgados del binomio conservador y lanzar el mensaje de que no quieren ser oposición pura y dura. Los socialistas han anunciado que se abstendrán en la primera votación en la investidura de Mas. Dicen que en función del discurso que haga el futuro presidente actuarán en la segunda votación. Y aunque no confirman que la faciliten, algunas voces del partido son partidarias de hacerlo, dada la mayoría alcanzada por CiU.
Por ahora, los diputados del PSC solo reconocen el apoyo explícito de CiU en el hecho de que no haya obstaculizado la vicepresidencia de Higini Clotas. Pero a nadie se le escapa que después de Navidad, habrá cargos que nominar. Desde los senadores autonómicos hasta el relevo del presidente de la Sindicatura de Cuentas, Joan Colom, cuyo mandato ya ha finalizado, pasando por representantes políticos en la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, que gestiona TV-3. En algunos de estos organismos se necesitan mayorías de dos tercios, que pueden garantizarse con los votos de CiU y PSC.
En vistas al debate de investidura de la próxima semana, la flamante presidenta del Parlament abrió ayer mismo la ronda de contactos con todos los grupos políticos. De menor a mayor representación, De Gispert se reunió con Albert Ribera (Ciutadans), Joan Laporta (Solidaritat Catalana per la Independència), Joan Puigcercós (Esquerra Republicana) y Joan Herrera (Iniciativa per Catalunya). Esta mañana se reunirá con socialistas y populares y esta misma tarde se reunirá primero la nueva mesa y posteriormente la junta de portavoces.
Son reuniones preparatorias del debate de investidura, al que está previsto que asista el presidente de la Generalitat en funciones, José Montilla. Lo verá desde la tribuna de invitados, aunque no está confirmado, precisan en Presidencia, entre otras cuestiones porque el pleno no tiene fecha cerrada. Montilla también tiene pendiente reunirse con Mas, de jefe a jefe del ejecutivo. Esta reunión, por lógica, debería celebrarse entre el debate de investidura y la toma de posesión. Pero, con el fin de semana de Navidad en medio, está por ver cuándo se celebrará.
Situado en el palco de invitados, Ernest Benach se despidió de la presidencia del Parlament; cumplió el ritual de entregar a su sucesora una carta de Francesc Farreras, presidente de la Cámara en el exilio en México de 1954 a 1980. Benach no es el único ilustre en esta Cámara: se estrenaron Joan Herrera, que ha renunciado a su escaño en el Congreso, el ex ministro Celestino Corbacho y Laporta, el ex presidente del Barça que arrastró una cadena de cámaras cual flautista de Hamelín. En la ceremonia, con aroma de vuelta al cole para los políticos, faltó una diputada por una razón especial. Laura Vilagrà, de ERC, cedió su voto a Anna Simó por su baja por maternidad. Y justo cuando se producía la votación, nació su hija Arlette, prematura, informa Enric Badia.
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