Jornada de reflexión en el burdel
El autocar que lleva a la frontera francesa serpentea por caminos salpicados de inmuebles bajos y desconchados que abusan de las luces de neón. Hasta que alcanza La Jonquera, donde el mismo reclamo se exhibe en edificios de seis pisos de altura y otras construcciones similares, y en naves industriales. Estamos en tierra de gasolineras, camiones y burdeles. Todo a lo grande. El nombre oficial con que la Generalitat bautizó la parada que precede al núcleo urbano del municipio es Dallas-Repsol. Dallas es el único burdel del país con parada propia, asegura el conductor. "Lo de Repsol es para disimular", dice. Es viernes por la noche y pocos vehículos paran en la zona solo para repostar. A pocos metros queda otro prostíbulo, de los mayores de Europa. Un sitio ideal para meditar en la jornada de reflexión electoral.
La prostitución es una cuestión delicada y relegada en toda campaña. ¿Prohibición, regulación? "Los partidos nunca mueven ficha. Aquí hacen ruido de vez en cuando, pero ahora ya hace semanas que pasan del tema", explica José, empleado de una gasolinera iluminada por las luces de otro prostíbulo, propiedad de un imputado por proxenetismo.
Reflexionemos: ¿qué modelo de Cataluña escogeremos en las urnas? A los franceses, pueblo refinado donde estos prostíbulos son ilegales, les encanta La Jonquera. Sobra explicar por qué. La mayoría de los clientes de los locales vienen de ese país. "Cataluña es fantástica", celebra Emilien, jovial compañero de hotel. Luego le seguimos al burdel y desaparece acompañado entre pasadizos oscuros, rumbo a la juerga catalana. Uno aspira a definir el rumbo de Cataluña mediante estas elecciones, pero es revelador saber cómo seguirán definiéndonos los vecinos. Votemos lo que votemos.
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