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El radicalismo frena en seco a la selección vasca de fútbol

A eso del mediodía del 13 de noviembre de 2008, el capitán del Athletic, Joseba Etxeberria, muestra a sus compañeros un comunicado a favor de la oficialidad de la selección vasca y de la denominación del combinado como Euskal Herriko Selekzioa (Selección de Euskal Herria). Todos, absolutamente todos, lo firman, incluidos los que por su origen (La Rioja) no pueden jugar con la selección. También lo firma Fernando Llorente, nacido en Pamplona, criado en La Rioja y hecho futbolista en Vizcaya. El partido no se juega porque la Federación Vasca, organizadora de los encuentros, se niega a plegarse a las exigencias de los futbolistas, alentados por un sector cercano al entorno radical. Al día siguiente, Fernando Llorente posa en Lezama con una camiseta de la selección española, tras ser convocado por primera vez por el seleccionador Vicente del Bosque.

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Política y fútbol no juegan a la vez

La esquizofrenia en la política vasca se admite como un hecho cotidiano. El fútbol no ha escapado a la enfermedad. El mayor hito de la selección vasca (no reconocida oficialmente) fue el encuentro que disputó en diciembre de 2007 frente a Cataluña. El afán por forzar las situaciones, también característico del nacionalismo vasco, envalentonó a los sectores más radicales agrupados en ESAIT, una coordinadora que reivindica la oficialidad absoluta de todas las selecciones vascas. El apoyo de la izquierda abertzale, de otros partidos nacionalistas y, sobre todo, de los futbolistas (unos por convicción, otros por miedo, otros por desidia) les hizo dar un paso más exigiendo a la federación actuaciones más radicales en favor de esa oficialidad y acusando de folklorismo a la habitual cita de diciembre. Conclusión: desde entonces, la selección vasca de fútbol no ha vuelto a jugar un solo partido.

La llegada del Gobierno socialista, con el apoyo del PP, también ha puesto al deporte en el espejo de la normalización política. La selección española de baloncesto jugó en agosto en Vitoria, 22 años después de su última visita a Euskadi. La Vuelta Ciclista a España llegará el próximo año a Bilbao, tras 34 años de ausencia. El presidente del Athletic, García Macua, fue criticado por los sectores nacionalistas por sumarse al minuto de silencio que el nacionalismo dirigente de San Mamés había retirado del campo fiel a la equidistancia. Casi nada en Euskadi es ajeno a la política. Y nada es más identitario que el fútbol.

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