Agonía con fecha
Berlusconi, acosado en todos los frentes, tiene una cita crucial en el Parlamento el mes próximo
La agonía política de Berlusconi se mantendrá al menos hasta el 14 de diciembre. Esa ha sido la fecha fijada por los presidentes de la República y de las dos Cámaras legislativas para que el primer ministro se someta a una moción de confianza en el Senado y a otra de censura en el Congreso.
La iniciativa es consecuencia de la ruptura entre Berlusconi y uno de sus más importantes aliados, Gianfranco Fini, que ha retirado a los suyos del Ejecutivo. Hastiado de los escándalos del primer ministro y de su extravagante forma de gobernar, Fini intenta acortar la legislatura y poner fin al sombrío periodo de Berlusconi. Salvo sorpresa en las votaciones, algo que nunca se puede descartar en la Italia del actual primer ministro, a este le faltaría el apoyo de una decena de diputados para evitar la censura del Congreso, lo que abocaría a elecciones anticipadas. En el Senado, por el contrario, cuenta con mayoría suficiente para obtener la confianza.
Pero si estas son razones de aritmética parlamentaria, la crisis política que vive Italia desborda sobradamente el marco institucional. Aunque el país parezca anestesiado ante la multitud de escándalos que acosan a Berlusconi, las nuevas revelaciones sobre su trato con menores de edad van mucho más allá de las fiestas con prostitutas y mandatarios extranjeros. Hace demasiado tiempo que la continuidad de Berlusconi al frente del Ejecutivo está empujando al país hacia una insostenible situación, en la que un alto porcentaje de ciudadanos se sentía hasta ahora identificado con esta Italia y otro porcentaje, igualmente alto y tal vez creciente, se avergüenza de ella. El último sondeo de opinión muestra al Berlusconi menos apoyado desde que repitiera su victoria electoral en 2008.
Las votaciones sobre el futuro de Il Cavaliere coinciden en el tiempo con la de los Presupuestos del Estado. Como otros países de la eurozona, Italia, que es su tercera economía, no puede seguir transmitiendo una impresión de desgobierno de una manera tan continuada y a la vez tan ajena, por grotesca, a su entorno político. Pero tampoco se encuentra en condiciones de posponer la aprobación de los Presupuestos sabiendo que la gestión de la herencia de Berlusconi no resultará sencilla. Las turbulencias financieras vuelven a agitar Europa, y Roma no puede permanecer al margen de las soluciones que se decidan, como tampoco convertirse en el enfermo político de la Unión. Con Berlusconi al frente, ese y no otro es el horizonte que le espera.
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