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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Milicia francobritánica

Los acuerdos de Defensa París-Londres serán útiles para la UE, pese a su perfil nacionalista

Los tratados de cooperación franco-británica en asuntos de Defensa, especialmente de armamento, recién firmados por Francia y Reino Unido, se envolvieron de una retórica nacionalista, soberanista y bilateral. A diferencia del acuerdo de Saint Malo de 1998 firmado por Blair y Chirac, que impulsó la creación de la Fuerza de Reacción Rápida europea y planteó un esbozo de política de Defensa continental, Europa está casi del todo ausente de esos tratados. Entonces se escribía que "la Unión debe tener la capacidad de una acción autónoma, apoyada por fuerzas militares creíbles". Ahora se recuerda que "no se trata de reducir la soberanía" nacional ni de "constituir un ejército europeo".

Más allá de su objetivo concreto, los tratados entrañan una evidente aunque soterrada lectura política, el interés particular de los dos mandatarios que los signan. Sarkozy intenta mostrar, a los pocos días de la cumbre europea en que vino a plegarse a las principales exigencias alemanas sobre la gobernanza económica de la UE, que Francia es algo más que una muleta o un socio inevitable pero secundario de Berlín, y que su protagonismo en asuntos no económicos, como los militares, desborda con mucho al alemán. David Cameron, a su vez, trata de existir internacionalmente, mostrando de manera tangible que da prioridad al bilateralismo frente al comunitarismo europeo.

El principal acicate de los tratados es la debilidad de ambos países, las dos principales potencias militares (y únicas nucleares), ambas con sillón en el Consejo de Seguridad. Debilidad sobre todo presupuestaria, no en vano la cooperación programada pretende reducir el gasto en un 30%, sin perder eficacia combativa.

Los tratados entre París y Londres propugnan compatibilizar el uso de los portaaviones por las fuerzas aéreas de ambos países, la cooperación en flotas aéreas, el desarrollo conjunto de tecnologías para submarinos, entre otras muchas, incluida la nuclear. Y crean una Fuerza Expedicionaria Combinada algo diluida, pues a diferencia de la brigada francoalemana ni será conjunta ni permanente.

Ahora bien, esa fuerza se activará a demanda bilateral, de la OTAN, de la UE o de la ONU. De manera que, contra la ajada retórica nacionalista de los acuerdos, estos acabarán probablemente, en la práctica, prestando un servicio a la Defensa europea.

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