Una película, 270 directores
Vecinos de Lavapiés se convierten en realizadores de un filme colectivo, un experimento de trabajo comunitario en el que importa el proceso, no el resultado
-Es una película. Yo soy el director y tú serás el protagonista.
-¿Qué es lo que tengo que hacer?
-Jadear, como si estuvieras cansado, saludarte con el otro actor y decir: "Eyyy Grand".
-¿Y qué más?
-Solo eso.
-¿Ese es el papel del protagonista?
-Sí.
-¿Y el resto de la peli?
-No tengo ni la menor idea.
Así de rápido. Así de misterioso. Así de sencillo es convertirse en cineasta o intérprete de la mano del proyecto Hola, estás haciendo una peli (www.holaestashaciendo1peli.org). Raúl Alaejos, Marta Rodríguez y Anouk, los tres treintañeros padres de la idea, pensaron que sería un concepto original y constructivo hacer una película de "autoría repartida". Tan repartida que les salió trabajo para 270 directores, uno por cada plano del filme. Que sumados a un par de actores por cada uno, "serán más de 500 participantes. Grosso modo", calcula Rodríguez.
EL PAÍS ha colaborado con la filmación de uno de los planos
El proceso de creación no ha sido corto. Ni siquiera está acabado. Los guiones se desarrollaron en dos talleres donde los organizadores enseñaron las nociones básicas para contar una historia en imágenes. Allí, 10 personas de lugares tan diferentes como Senegal, Ecuador, Colombia, Bangladesh y Marruecos, además de los autóctonos, contribuyeron contando historias de todo tipo. "Se seleccionaron aquellas que se podrían tratar y con ese material se elaboró el guión", explica Alaejos.
Después, picadillo de texto. Doscientas setenta fracciones de guión que los organizadores convirtieron en planos, con sus storyboard y todo (ilustración explicativa de la escena). "Cada uno tiene que ser rodado por una persona diferente", advierte Alaejos. "Lo pueden hacer los vecinos de Lavapiés, como cualquiera que se ponga en contacto con nosotros escribiendo a holaestashaciendounapeli@gmail.com. De hecho, ya nos han mandado imágenes desde Marruecos, Argentina y Francia", añade orgulloso. Y aun así les quedan un montón de vacantes a director. Todavía no llegan ni a los 100.
Normas, "casi ninguna", asegura Rodríguez. "Se puede grabar con lo que quieras, desde una cámara profesional a un móvil, en el idioma que elijas (si añades subtítulos, aunque sea con papel), el estilo interpretativo es libre y no es necesaria una continuidad de lugar, ni de luz, ni de ropa. Ni siquiera de personajes", detalla la creadora. "Los protagonistas de la peli serán todo el rato diferentes personas, aunque sean los mismos personajes".
Total, que al final cada cual rueda su parte, a su manera, y nadie tiene ni idea de cuál será el producto definitivo. Los coordinadores aseguran que ningún participante conocerá la historia que forman todos esos retales de vídeo hasta que no llegue el día del estreno (hacia mediados de diciembre en la plaza de Lavapiés. También en directo desde su página web). "En ese momento, los 270 directores verán cómo su aportación toma sentido dentro de la historia que han escrito otros vecinos", afirma Alaejos. EL PAÍS ha colaborado grabando una toma más.
Respaldando el proyecto está Maelström, una asociación cultural dedicada a la investigación y difusión del arte contemporáneo. Obra Social La Caixa colabora con una pequeña subvención "que ya se ha evaporado en traducir la página a cinco idiomas y en material básico de difusión", explican los fundadores de la original iniciativa, a quienes les dan alergia las preguntas sobre presupuestos o costes. "Esas cosas son de otro tipo de pelis", explican. "Se trata de juntarnos para tratarnos. Los vecinos colaboran en un proyecto común. Algo que se echa en falta hoy en día", dicen antes de marcarse un the end de esos que haría temblar a cualquier productor convencional: "No importa tanto el resultado, sino el propio proceso".
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