"Ella se merece vivir sin miedo"
Los hijos de la mujer absuelta tras el apuñalamiento de su marido la arropan y retratan a su padre como violento y oscuro - La fiscalía prepara un recurso
"Este veredicto puede convertirse en un homenaje a tantas mujeres que han muerto a manos de su maridos víctimas de malos tratos. Mi madre se defendió y no puede ser culpable de eso". Así de contundente se manifestaba ayer Marcos, hijo de María Pilar Marcos Rubio, de 64 años, y de José Antonio Gil Silva. El miércoles respiró por fin "algo más tranquilo" tras conocer el veredicto del jurado popular que finalmente absolvió a su madre al considerarla no culpable de la muerte de su padre, que falleció apuñalado tras una fuerte discusión entre ambos el 2 de noviembre de 2009.
"Ella se merece vivir dignamente lo que le queda de vida, disfrutar de sus nietos, estar con sus amigas y organizar comidas familiares sin la preocupación de que se puedan desatar más gritos y peleas", dice Marcos. Sin embargo, la tranquilidad de esta familia puede no ser definitiva. La fiscalía, que pedía 11 años de prisión por homicidio, estudia recurrir el fallo.
El primogénito asegura que ella ha sido "víctima de su silencio"
"Si una persona es mala lo es, aunque coincida que sea tu padre", afirma
"Hay que denunciar los malos tratos", insiste Marcos
La hija pequeña ha contado que los golpes e insultos eran constantes
Tras tres días de intensas deliberaciones, el jurado popular (compuesto por ocho hombres y una mujer) no pudo determinar lo que pasó realmente aquel día en el domicilio del matrimonio, en un cuarto piso de un céntrico edificio de Tafalla (Navarra). Él estaba jubilado, ella trabajaba como empleada del hogar y llevaban casados 44 años. Con cinco hijos (de entre 23 y 44) y cuatro nietos, la realidad de puertas para dentro era desconocida para la mayoría de su entorno.
Como cada día, tras su jornada laboral, María Pilar salió a pasear y, poco después, a jugar al parchís con sus amigas. Volvió a casa sobre las nueve de la noche. La discusión no tardó en desencadenarse. El marido le recriminó que no hubiera metido unos tuppers en la nevera y empezaron los gritos. Al oírlos, Alba, la única hija que estaba en casa decidió irse a la de su novio. Las voces fueron a más. Así ha contado María Pilar qué ocurrió al ver él que ella le respondía: "Tiró la silla contra la pared y vino a por mí, a agarrarme del cuello mientras decía: 'No me extraña que haya hombres de 70 años que maten a sus mujeres".
La pelea posterior no ha sido aclarada del todo por el jurado, ya que no considera los hechos como delictivos, pero tampoco un accidente. El tribunal se decantó por no declarar a la mujer culpable de homicidio, ya que no existen pruebas suficientes que demuestren que la acusada, tras recibir una bofetada, dirigiese voluntariamente el cuchillo hacia el pecho de su marido o que tuviera intención de acabar con su vida.
El martes pasado, el primer veredicto del jurado fue devuelto por el juez al encontrar contradicciones en varias de las 34 respuestas del formulario. Sí está probado que fue maltratada durante todo su matrimonio y que llamó al 112 e intentó salvar la vida de su marido al comprobar la herida en el pecho.
"Abrumado" y "cansado" por la expectación levantada entre los medios de comunicación en los últimos días, Marcos Gil, el mayor de los hijos de la pareja, recibió ayer a EL PAÍS en su domicilio de Marcilla (Navarra) para mostrar su alegría después de lo que define como "la agonía que hemos sufrido hasta llegar aquí".
Este veredicto es "para disfrutarlo, estamos muy contentos pero con cautela" ante la posibilidad de que la fiscal recurra. "De ser así, seguiremos luchando hasta el final, porque aunque respeto su trabajo, no lo entiendo", dice. "Ella [la fiscal] cumplía con su labor pero hay muchas maneras de ser eficiente sin tener que ser tan artificialmente duro, también es un ser humano y adivino una dureza artificial en su persona".
A sus 44 años, a Marcos no le falla la voz para defender a su madre, "una buena mujer, víctima de su silencio". Tampoco para definir la personalidad de su padre, de 77 años. "Ahora no siento nada por él porque cuando estaba vivo tampoco lo sentía. Es mi ascendente genético pero si una persona es mala lo es aunque coincida que sea tu padre". A pesar de que no detalla los motivos de la mala relación que ambos mantenían, reconoce que no se hablaban desde hacía más de 10 años, cuando él decidió abandonar la casa familiar. "Teníamos serias diferencias", subraya para añadir que no se olvida de las últimas palabras que le dijo: "No confundas el miedo con el respeto porque se me puede olvidar que eres mi padre. Solo volveré a esta casa mientras estés tú si tocas a mi madre y entonces te tiraría por la ventana".
Durante el juicio, los cinco hijos detallaron el carácter "violento, oscuro, raro, con cambios de humor impredecibles" de su padre, su actitud "vejatoria" y cómo maltrató durante años a su madre y a ellos, hasta que tuvieron edad "de plantarle cara".
Uno de los testimonios más emotivos del juicio fue el de la hija pequeña, Alba, de 23 años, la única que entonces vivía con sus padres. Entre lágrimas aseguró que las agresiones a su madre eran "constantes, repetitivas, desde por la mañana hasta por la noche e incluso de madrugada" contra su madre. También los insultos: "Tonta, inútil, vaga, loca y mentirosa". En los últimos años, esos episodios de malos tratos "intuíamos que existían", dijo y añadió que su madre, ante los ataques, siempre callaba "y agachaba las orejas". Alba también reconoció que su padre "era un buen hombre, porque no era golfo, no iba a prostíbulos, y era honrado, porque no robaba, pero era muy violento". Y como ejemplo contó que el día que murió su abuela, madre de la acusada, el fallecido arrancó el teléfono fijo de la pared porque llamaba mucha gente dando el pésame.
El hombre, gallego de nacimiento, tampoco guardaba buena relación con su familia. Vio a sus hermanos dos veces en 45 años y ninguno decidió presentarse como acusación en el juicio ni intervenir a su favor. Una prueba más, afirma Marcos, "de cómo era mi padre, ya que incluso los testigos que llevó la fiscal se posicionaron a favor de mi madre", que permaneció en prisión provisional dos meses y medio.
Los hijos, que renunciaron a cualquier indemnización, "hemos sido una piña porque conocemos bien a mi madre y sabemos que no quiso matarle en ningún momento, de ser así lo hubiera reconocido". Al principio los dos más pequeños estaban más estresados, incluso la menor tuvo que recibir apoyo psicológico, relata Marcos, pero se recuperó: "Es la que ha defendido más a ultranza a mi madre". Y añade: "Luego me pidió perdón. Y cuando le pregunte por qué me dijo que ella sí veía en casa situaciones que debía haberme comunicado porque así yo podía haberle puesto remedio, pero mi madre siempre le pedía que se callara".
En este mismo sentido, el abogado de la defensa, que solicitaba la absolución al entender que María Pilar actuó en defensa propia, aseguró en todo momento que la mujer padecía "el síndrome de la mujer maltratada y un gran miedo a su marido".
Según el testimonio de los hijos, ella los educó siempre en el respeto a su padre y era la "primera" en disculparle. Ahora Marcos asegura que "hay que denunciar los malos tratos porque de haberlo hecho así todo esto nos lo habríamos ahorrado".
Jurados polémicos
Algunos decisiones tomadas por jurados populares han sido polémicas:
- Jacobo Piñeiro mató en 2006 a dos gais. Alegó que actúo ante el miedo a ser violado y un jurado popular le absolvió. La Audiencia anuló el fallo y, al ser juzgado de nuevo, Piñeiro fue condenado el pasado septiembre a 58 años de cárcel.
- Dolores Vázquez. En 2001, un jurado popular declaró culpable a Dolores Vázquez por la muerte de la joven Rocío Wanninkhof. Fue condenada a 15 años de prisión. La Audiencia ordenó repetir el juicio pero no se celebró: Tony Alexander King fue declarado culpable del mismo delito.
- Mikel Otegi mató a dos ertzainas por la espalda con su escopeta en diciembre de 1995, pero un jurado popular le absolvió en 1997: consideró que no era dueño de sus actos porque estaba ebrio.
No culpable por un solo voto
Una vez conocido el veredicto, el resultado de la votación del jurado popular encargado de este caso ha dejado varias sorpresas y una conclusión: los miembros del tribunal tuvieron serias dificultades para determinar qué fue lo que pasó realmente, y de hecho, no pudieron deducir nada.
Lo que sí está probado es que durante la pelea que mantuvo el matrimonio, el hombre dio una bofetada a su mujer que hizo que ésta perdiera el equilibrio y se golpeara con la mesa, de donde cogió un cuchillo de cocina "con ánimo de defenderse". En ese momento él se abalanzó sobre ella y ésta, para evitar que continuara la agresión, estiró el brazo derecho con el cuchillo en la mano y le causó un corte en el brazo izquierdo. El hombre agarró a continuación a su esposa del brazo derecho, en cuya mano llevaba el cuchillo, y le causó dos hematomas, le dio un empujón hasta el fregadero y una vez allí le propinó un nuevo puñetazo en el brazo izquierdo.
Las dudas surgen en este punto, ya que el tribunal no logró una mayoría suficiente a la hora de determinar lo ocurrido a partir de entonces y señala que no existen pruebas suficientes que demuestren que la acusada dirigiese voluntariamente el cuchillo hacia el pecho de su marido o que tuviera intención de matar. Durante la vista, gran parte del debate se centró en si la herida por arma blanca que presentaba la víctima y que provocó una hemorragia en el pecho que terminó con su vida constituía un accidente, un homicidio imprudente o un homicidio con dolo eventual. Considerarla culpable de alguno de ellos hubiera necesitado el voto de al menos 7 de los 9 miembros que integraban el jurado y no se alcanzó esa mayoría. De hecho, un solo votó de diferencia fue decisivo para no declararla culpable de homicidio. No es culpable de ningún delito y, por lo tanto, queda absuelta.
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