Ni el trompetista era negro, ni sonaba jazz
Antonio Muñoz Molina inventó unos personajes para El invierno en Lisboa y los estereotipos de sus lectores los recrearon. "Todo el mundo da por hecho que el trompetista es negro y la chica era rubia, y en ningún momento de la novela se dice", contó entre risas en su intervención en el festival Getafe Negro. No es el único detalle fantaseado. Cuando el periodista Antonio Lozano, le preguntó por el jazz en la obra, el escritor sonrió con algo de malicia y dijo:
-En ningún momento se dice que sea jazz.
La atmósfera de El invierno en Lisboa es tan de género, que unos rasgos estereotipados por el cine negro se han colado en la imaginación de miles de lectores. Muñoz Molina desveló ayer sus deudas con el género, que arrancaron en sus emocionantes lecturas infantiles de Diez negritos y El conde de Montecristo y siguieron, ya en la universidad, con Raymond Chandler y Dashiell Hammet. Las influencias contribuyeron a gestar Beatus ille, su primera novela, construida según un modelo policial.
Muñoz Molina desveló ayer todas sus deudas con el género negro
Bordas: "La muerte de los agentes del CNI en Irak fue un acto de venganza"
Y no abandonó el género. En Beltenebros, cuyo arranque sirvió para titular su charla de ayer ("Vine a Madrid para matar a un hombre al que no conocía..."), usó el modelo de las novelas de espías. Y El invierno en Lisboa es un thriller ambulante, con personajes corriendo de un lado a otro al estilo del cine de 39 escalones. "He tenido siempre la esperanza de que se me ocurra una novela policiaca perfecta, ligera y poderosa, que tuviera una explicación irreprochable".
Que el género negro vive pegado a la realidad como un guante fue evidente en la mesa redonda dedicada al espionaje. Que la vida se impone a la ficción también. Eric Frattini, periodista, ensayista y novelista, habló de algunos hallazgos como investigador: un compló de representantes del ACNUR -la agencia de la ONU para los refugiados- para asesinar a un embajador en Kenia, el espionaje practicado por el Vaticano o, lo más reciente, documentos que abren incógnitas sobre el destino final de Hitler y Eva Braun. En su última novela, El oro de Mefisto (Espasa-Calpe), recrea acontecimientos de una de las rutas organizadas en 1945 para sacar a dirigentes nazis de Europa y exiliarlos en América del Sur de forma clandestina. El pasillo vaticano fue una red de conventos mediante la que el autor plantea la posibilidad de la huida de Hitler.
Jordi Bordas y Eduardo Martín de Pozuelo, dos periodistas de investigación, han recurrido a la ficción para contar todo lo que saben sobre la muerte de siete espías españoles en Irak. Sin cobertura (RBA) es un thriller con personajes reales (Aznar, Blair y otros líderes) y ficticios, que defiende una polémica tesis: los agentes españoles fueron asesinados por los iraquíes que colaboraban con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). "Fue un acto de venganza porque les habían dejado sin cobertura a ellos y sus familias", asegura Jordi Bordas. El 65% de los hechos relatados en la novela son reales. Un híbrido frecuente en el mundo anglosajón, que les ha deparado algún problema. Planeta, la editorial con la que cerraron un acuerdo, se echó atrás en septiembre de 2009. Recurrieron entonces a Anik Lapointe, directora editorial de RBA, que les abrió la puerta grande. La novela tiene en marcha ya la cuarta edición y se han vendido los derechos al cine. Aunque también tienen dudas sobre si se hará la película.
Babelia
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