_
_
_
_
Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Qué preocupa a los vascos?

Imaginemos un ciudadano que, ignorante durante los últimos 12 meses del discurrir de nuestra vida pública, se reencontrara de pronto con la realidad vasca. Comprobaría, en primer lugar, que persisten tres problemas (la economía, la cuestión nacional y el terrorismo), pero, sobre todo, se percataría además de que hay un clima político enconado. Un clima lleno de protestas o reproches constantes que soplan la nuca del que manda (en Ajuria Enea, en las Diputaciones o en los Ayuntamientos de las capitales), hasta tal punto de que pueden llegar a marcar los calendarios de su actuación.

Pero lo preocupante no es la bronca o el reproche, sino el rencor que éstos denotan. Estimulado y amplificado por una opinión pública cada vez más dividida, el rencor no se circunscribe al ámbito de la contienda estrictamente política, sino que, de modo preocupante, amenaza con contagiar otras esferas de la sociedad. Por de pronto, según el Sociómetro de octubre elaborado por el Gobierno vasco, el 77 % de los vascos califica su interés por la política como escaso o nulo. Y, por si fuera poco, la ciudadanía suspende a toda la clase política. Y es que ese clima enconado lo padecemos con un PP, un PSE y un PNV en plena ebullición y, sobre todo, con sus dirigentes constantemente enfrentados, sea por lo que sea: en un plano más general por ETA, por los presupuestos o por las transferencias del Gobierno central. Y en un ámbito más particular, en Vizcaya con polémicas como la gestión del Departamento de Sanidad y en Álava con el presunto caso de corrupción que afecta a cargos del PNV, imputados entre otras cosas por cohecho, tráfico de influencias y blanqueo de dinero.

Lo preocupante no es la bronca o el reproche, sino el rencor que denotan

Hemos llegado a una situación en la que pase lo pase, todo va mal. Y si no, aún estando bien, siempre se le puede sacar algún "pero". Y el ciudadano se da cuenta. Cualquier asunto es susceptible de ser criticado o, por lo menos, comentado. Sin embargo, en un escenario como éste, la sociedad vasca no puede permitirse el lujo de que sus dirigentes políticos y líderes sociales estén permanentemente con el garrote levantado, esperando la oportunidad de tener un motivo para arrearle al adversario. Porque de ahí al cuanto peor, mejor, media sólo un trecho de autodestructivo masoquismo. Es más, por ese camino, no vamos a ningún sitio. Todo lo contrario. Primero, bipolarizamos la visión de los problemas para después, deteriorar nuestra convivencia. Y lo que demanda la calle, lejos de todo esto, no es sino otra cosa que liderazgos integradores, capaces de concentrar todos los esfuerzos en afrontar los problemas existentes sin crear o estimular otros. El Sociómetro vasco del pasado mes de mayo ya encendió la luz roja del desencanto: los niveles de abstención de cara a próximas elecciones pasaban del 15,7% al 20,1%.

Por su parte, el Euskobarómetro de julio lo dejaba también claro: el 66% de los vascos se confesaba "insatisfecho" con el funcionamiento de la democracia. Y se lo oíamos este verano al ex lehendakari José Antonio Ardanza en uno de los cursos de la UPV: "Es necesario alcanzar acuerdos entre distintas formaciones como los que hicieron posible la materialización del Pacto de Ajuria Enea en 1988". O, lo que es lo mismo, la situación actual requiere de liderazgos de carne y hueso, capaces de sintonizar con la gente diciendo la verdad y buscando con seriedad las respuestas.

A menos de un año para las elecciones forales y municipales, se equivocan aquellos dirigentes que piensan que su tarea principal no es tanto producir ideas como interpretarlas, esto es, reproducir con oficio de actor el papel predefinido por un guión. La práctica de la política como espectáculo dificulta el uso del instrumento fundamental para afrontar la situación: el consenso político. Euskadi no puede convertirse en un parque de atracciones en el que se pueda jugar a ver dónde toca hoy la bronca y contra quién. Los partidos no pueden echar más leña al fuego, convencidos de que con las funciones de Gobierno o de oposición pueden devolver a sus rivales una mínima dosis de la misma amarga medicina que han recibido con sus problemas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La sociedad espera de sus representantes que ofrezcan soluciones y no que aprovechen cada incidente para enzarzarse en disputas que sólo crean confusión y desencanto. Lo explicaba hace unas semanas el alcalde italiano de Bondeno, Alan Fabbri en una entrevista en Il Corriere Della Sera: "Gano porque no hablo de política en abstracto, sino de los problemas de mi gente. Cuando hay que asfaltar una carretera se asfalta, sin tantos giros de palabras". Lo denominemos como lo denominemos, no puede prevalecer el destructivo "cuanto peor, mejor" si se aspira a gobernar en las próximas elecciones. Porque si no, unos y otros correrán el riego de alcanzar la cabeza de la manifestación cuando ésta comience a disolverse. Y la sociedad espera de sus dirigentes que aumenten el campo de lo posible, que aprovechen su elasticidad. Pero para eso, las formaciones deben ser capaces de afrontar un doble cambio de mensajes y en algunos casos, de personas. No es posible seguir con el espectáculo de esos políticos que, en tropel, hablan todos de todo, sin jerarquizar los mensajes y sin distinguir qué personas lanzan qué argumentos.

Andoni Orrantia es periodista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_