Últimos días para ver el puente
Iberdrola devolverá el caudal al Sil y el agua ocultará de nuevo las ruinas del que fue uno de los más singulares viaductos de España en la Edad Media
El primero que ató cabos fue el músico Luis Fernández Guitian, concejal de Cultura en Sober, después de reparar, a mediados de mayo, cómo junto al embarcadero de Doade, con el Sil exprimido por las obras de Iberdrola en Santo Estevo, emergían los voluminosos pilares de un puente antiguo. Nadie, en los alrededores, recordaba la existencia de aquella infraestructura, arrasada por algo así como una réplica del diluvio universal que tuvo lugar en el río en el siglo XVI.
Los restos del puente afloraron a la memoria colectiva al mismo tiempo que los viñedos romanos y los restos del autocar de La Unión Industrial que en la misma zona se precipitó al cauce, desde el puente nuevo, el 18 de enero de 1965. Los vestigios de este siniestro, en realidad, eran lo único bajo las aguas que recordaban los vecinos de Sober, Monforte y Castro Caldelas, y cuando la hidroeléctrica redujo el caudal unos 31 metros para ampliar Santo Estevo, las visitas multitudinarias al lugar de los hechos se repitieron durante varios fines de semana.
"Es cosa de admirar", describía la estructura el licenciado Molina
El arco central medía unos 20 metros de alto y 30 de ancho
Tanto por la parte de Ourense como por la de Lugo, los vecinos se agolpaban en el quitamiedos, al borde del acantilado, en la parte más estrecha del cañón del río, buscando con los prismáticos el chasis oxidado que asomaba entre el lodo. Había mucho morbo en esa historia, porque algunos de los cuerpos de los viajeros ahogados en el accidente nunca llegaron a aparecer. "Pero nadie reparaba en una cosa mucho más interesante", lamenta el director de banda y profesor de clarinete del Conservatorio de Ourense, "los pilares del puente de Paradela, del que hoy no se sabe nada pero que en el siglo XV debía de ser algo impresionante, uno de los mejores de España". Fernández Guitian recordaba una cita que había leído en la versión de Toxosoutos, en gallego, de la Descripción del Reino de Galicia del licenciado Molina.
Los pilares construidos en pizarra que asomaban del agua enlamada y gris no podían ser otra cosa que el sustento de aquel puente que dejó boquiabierto al autor en 1550, cuando se adentraba en Galicia siguiendo el curso del río. "Y así va el Sil hasta el Puente de Paradela, el cual podría ser por sí mismo una cosa notable, pues es un puente de madera que no debe de haber otro semejante en toda España", describía Molina. "Está allí también el río hundido entre dos sierras muy altas, y este pasa por el medio de dos peñas, donde encima de cada una de ellas hay una torre, y de torre en torre va por el aire un edificio de madera que tiene ciento veinte pies de largo, y para pasar a cada una de estas torres hay otro puente de madera con su chapitel en cada una; es cosa de admirar".
El músico buscó luego otras citas, y encontró que también el padre Sarmiento, en su Viaje a Galicia, hacía referencia a las ruinas de aquel magnífico viaducto que en tiempos había unido las dos provincias. Y entre estos dos eruditos, otros autores de fuera de Galicia también se sumaron a los halagos en sus escritos. Pero ni rastro apareció en los libros viejos acerca de los orígenes de aquella infraestructura tan extraña para este país, que más tenía que ver con algunos puentes europeos como los de madera de Lucerna que con los que se estilaban aquí durante la Edad Media.
La hipótesis que ha cobrado más peso a lo largo de los meses en los que las ruinas han estado al aire es la de que fueron los monjes de Santo Estevo de Ribas de Sil quienes mandaron edificarlo (donde antes y después, durante mucho tiempo, sólo se pudo pasar en barca) con el fin de facilitar el cobro de los diezmos en sus extensos dominios. Cuando ya el puente de madera, de trabajoso mantenimiento, había sido arrasado por una crecida, los monjes pidieron apoyo a Felipe IV para sustituir la desaparecida estructura por otra de piedra, pero al poderoso conde de Lemos no le interesaba que las dos orillas volvieran a estar unidas, y logró que el monarca negase la licencia.
Desde que salieron a la luz un estribo y tres pilas (una de ellas casi entera, otras dos prácticamente inexistentes) del puente, varios investigadores viajaron al lugar para estudiar la piedra y extraer planos topográficos. Ya no les queda mucho tiempo porque Iberdrola planea devolver el nivel al Sil este mes.
Manuel Durán, profesor de Historia de la Construcción de la Escola de Enxeñería de Camiños de A Coruña, explica que "es difícil precisar la fecha de construcción, porque la fábrica de las pilas es de lajas de pizarra, y este material no presenta diferencias entre la época romana y el siglo XX". "No es como la sillería de piedra, que facilita la datación", apunta. Sí se aprecian, no obstante, "ampliaciones o reconstrucciones", "por lo menos dos", y por lo que queda se supone que el puente tenía tres arcos, el central muy alto, de unos 20 metros, y muy ancho, de hasta 30, una distancia que no se podía salvar con vigas, sino seguramente con "un entramado de madera". "Solo dos o tres puentes antiguos en Galicia superaban estas dimensiones", concluye el profesor, "por eso llamaba tanto la atención".
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