Montilla defiende la comisión de las 'telecos' como icono de la España federal
Solo el 20% de la plantilla de la CMT, que estrena sede, procede de Madrid
El distrito tecnológico 22@ de Barcelona se va poblando poco a poco de torres singulares de empresas que dejan su huella de transformación sobre este viejo barrio industrial. Y entre ellas, en el llamado Parque de Negocios Castellví -que abarca las manzanas entre las calles de Bolívia y Sancho de Ávila, por una parte, y Badajoz y Ciutat de Granada por la otra- se erige ya el edificio que será hogar del único organismo regulador del Estado que se ha desplazado fuera de Madrid: la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT).
El regulador del sector, asentado en un moderno edificio acristalado de 10 plantas de altura, pegado a la nave histórica Can Tiana e ideado por el despacho Batlle i Roig Arquitectes, se empezó a trasladar a Barcelona hace cinco años, pero, tras una larga fase de alquiler en la Torre Mapfre, ha estrenado sede definitiva a las puertas de la campaña electoral catalana y tras una sentencia del Estatuto que, entre otras consecuencias, ha puesto en jaque la estrategia federalista del PSC. El presidente de la Generalitat, José Montilla, aprovechó la ceremonia de inauguración, celebrada ayer, para reivindicar este caso raro de descentralización como un resultado tangible de los socialistas catalanes.
El presidente pide que más entes públicos se instalen fuera de Madrid
El responsable de la CMT asegura: "Estamos aquí y nos vamos a quedar"
"Es mucho más que un magnífico edificio", dijo Montilla, que fue el ministro de Industria que ejecutó la decisión política del traslado con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. "Hablamos de un modelo de Estado de estructura federalizante" (en el discurso escrito, aparecía "de estructura federal"). Lejos de quedarse en la celebración de este "caso raro de descentralización", pidió además Montilla que la cosa se repita. "Tengo la firme esperanza de que haya un punto de inflexión positivo, y no solo hablo de Cataluña", comentó, en alusión a la posibilidad de que otros organismos del Estado, como la Comisión Nacional del Mercado de Valores o la Comisión Nacional de la Energía, puedan aspirar a tener su sede fuera de la capital española. "No se pretende debilitar Madrid, sino reforzar España", concluyó.
Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, ahondó en esta línea, ante el ministro de Industria, Miguel Sebastián. La sede de la CMT expresa, a su juicio, "la España que queremos construir, esta España plural, esta España federal". "Estamos aquí y nos vamos a quedar aquí", remachó el presidente del organismo, Reinaldo Rodríguez, que evocó las dificultades de gestión, logísticas y laborales de un traslado convertido en "operación sin precedentes".
El rechazo al traslado entre la plantilla, que junto a la Comunidad de Madrid lo recurrieron hasta lograr una anulación por defecto de forma por parte del Tribunal Supremo ya resuelto.
La plantilla suma 145 personas, o 170 si se cuenta también el personal externo. Inicialmente, más de la mitad estaba antes radicada en Madrid y aceptó un traslado temporal o definitivo. A los trabajadores que lo aceptaran se les ayudó el primer año en sueldo y alquiler, en una medida que costó a la CMT 695.000 euros, según Industria. Pero podían dar el paso con posibilidad de regreso y ser recolocados, como el resto. Hoy, solo el 20% de la plantilla corresponde a empleados que en su momento hicieron las maletas.
Es el caso de su director de Estudios, Íñigo Herguera, originario de San Sebastián. Llevaba en el cargo año y medio cuando se decidió el traslado. "Causó sorpresa la decisión. Sobre todo los más jóvenes sin familia decidieron probar, pero hubo de todo", explica. En su caso, se trajo a toda la familia, su mujer, que es catalana, y con quien vivía en Madrid, y sus tres hijos. "Ahora están muy a gusto", añade. La CMT ofrece la posibilidad de aprender catalán.
También Mercedes Gómez, originaria de Valladolid y que trabaja en el servicio de prensa de la comisión, dio el paso poco después de que lograra una plaza en el organismo, como personal laboral. "Me chocó un poco, pero había vivido fuera de casa desde hacía años y como no tenía ni hijos ni hipotecas, probé y vine a Barcelona", relata. Gómez ha terminado casándose con un catalán.
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