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ANÁLISIS | Las consecuencias de las primarias en el PSOE
Columna
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Minimizar los daños

José Blanco llamó ayer a Tomás Gómez para empezar a preparar ya las elecciones autonómicas de mayo. Al equipo de Zapatero le ha dolido el golpe del fracaso de su apuesta en las primarias, pero, una vez evaluados los daños, el objetivo es cerrar cuanto antes las heridas. Aseguran que lo más positivo es que ahora hay un candidato en Madrid mucho más fuerte que en julio y con un grado de conocimiento mucho más alto.

Pero admiten que lo peor es el desgaste que supone el traspiés para la imagen de Zapatero, en un momento en el que las encuestas le son muy adversas. Mantenía intacto el frente orgánico, sin contestación ni resistencias y ahora se le abre un frente nuevo. Para consolarse y minimizar los efectos de la derrota, los miembros del equipo más próximo a Zapatero recuerdan que el partido en Madrid ha sido casi siempre un foco de conflicto, sin que esa contestación afectara a la dirección federal. El propio Felipe González, en su momento de mayor poder en el partido, tuvo enfrente a la FSM (ahora PSM) y hasta tuvo que inscribirse en otra federación para ir a un congreso del PSOE.

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En noviembre de 2000, en pleno ascenso de Zapatero y tras su llegada a la secretaría general, un congreso del PSM acabó con un sonoro abucheo a Blanco, entonces secretario de Organización, tras la derrota de su candidato, José Antonio Díaz, frente a Rafael Simancas. Y Zapatero pudo hacerse con el PSOE pese a ese incidente.

Explican que la propuesta de Trinidad Jiménez tenía una clave más electoral que orgánica. Y que la influencia de los socialistas madrileños en el partido es relativa en términos orgánicos y electorales. Primero porque incluso en las generales que Zapatero ha ganado en 2004 y 2008 el resultado ha sido adverso en la Comunidad de Madrid y, por tanto, no ha tenido peso para su victoria. Y orgánicamente, porque en los congresos del partido, Madrid, aunque sea la cuarta federación del PSOE, solo representa menos del 8% de los delegados. De ese porcentaje, Gómez tendría el 50%.

Esos dirigentes no quieren ni oír hablar del poszapaterismo y solo admiten que el desgaste de la derrota debilita al líder socialista. Pero en ningún caso creen que pueda verse hoy por hoy a Tomás Gómez como alternativa a Zapatero, entre otras cosas porque si se cumplen todas las encuestas su estrella se apagará en mayo cuando pase a ser portavoz de la oposición en Madrid y pierda por primera vez unas elecciones. Y si diera la sorpresa y ganara, sería un barón muy influyente en el PSOE, pero tendría el calendario en contra: no podría dejar la Comunidad en 2012, solo un año después.

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