La religión, entre munición y diálogo
300 líderes de diversas confesiones se reúnen en Barcelona - El portavoz de la Comunidad de San Egidio arremete contra las deportaciones de gitanos
El teólogo Hans Kung, que trabaja desde hace años en la búsqueda de una ética mundial, advierte de que no habrá paz entre las naciones mientras no haya paz entre las religiones, y afirma que para lograrlo es imprescindible el diálogo interreligioso. Eso es lo que van a hacer desde hoy y hasta el martes líderes de las principales religiones del mundo -más de 300 de fuera de España, entre ellos judíos y musulmanes de 16 países- en Barcelona y otras cinco ciudades catalanas.
Tarragona, Terrassa, Sant Feliu de Llobregat, Badalona y Manresa también serán escenario del llamado "espíritu de Asís", instaurado por Juan Pablo II en el año 1986, cuando se celebró en la ciudad italiana una jornada de oración a la que se invitó a los líderes religiosos del mundo para rezar juntos por la paz. Desde entonces, estos encuentros interreligiosos han venido repitiéndose anualmente en distintas ciudades europeas, entre ellas Jerusalén, gracias a la organización católica Comunidad de San Egidio, que respondió así al llamamiento que hizo el anterior pontífice para perpetuar aquella iniciativa.
"Europa ha creado defensas contra el antisemitismo, pero no contra el antigitanismo"
Fundada en Roma en 1968 por un grupo de estudiantes italianos católicos, la Comunidad de San Egidio pretende "cambiar el mundo sin violencia, implantando el evangelio", explica su portavoz, Mario Marazziti, que conversda con EL PAÍS tras su llegada a Barcelona para participar en el encuentro.
Marazziti desgrana con evidente satisfacción los frutos del trabajo de la asociación, implantada en 70 países, durante sus ya más de 40 años de existencia: "Hemos ayudado a construir la paz en países como Mozambique y Guatemala, y a implantar la democracia en Guinea. Hemos emprendido un programa contra el sida que se lleva a cabo en 10 países africanos y del que se benefician más de un millón de personas. Tenemos otro proyecto para registrar niños invisibles; son más de 50 millones y su anonimato da pie a que se cometa todo tipo de abusos contra ellos".
Uno de los principales objetivos de la organización es lograr la abolición de la pena de muerte, algo que ha ayudado a conseguir en muchos países. Otro, la lucha contra "todo tipo de pobrezas". Marazziti explica que la organización que representa mantiene una "relación importante con el mundo islámico", gracias sobre todo a los encuentros anuales por la paz, que han favorecido el conocimiento mutuo. "Hemos creado una red regular de comunicación que resulta muy útil", afirma. Por ejemplo, explica que han logrado la liberación de secuestrados occidentales a través de esos contactos.
No obstante, el dirigente de la organización católica explica que el trabajo verdaderamente importante es el que se hace a nivel global para acabar con la pena de muerte. Explica que han ayudado a eliminar la pena capital en países asiáticos y africanos como Mongolia, Gabón o Burundi. Y subraya que "conseguir el voto de un país en la ONU cambia los estándares internacionales y la conciencia del mundo sobre la justicia".
En cuanto a la polémica suscitada por la deportación de gitanos en Francia, Marazziti señala que la Comunidad de San Egidio cuenta con proyectos de promoción de esta etnia que han obtenido el reconocimiento de buenas prácticas por parte de la Unión Europea y recuerda que no es solo Francia la que atenta contra la dignidad de las personas de esta minoría, sino también Italia y Rumania. "Se está lanzando un mensaje muy peligroso, porque se acusa a los gitanos de ser causantes de la crisis", advierte. Y reflexiona que Europa ha creado "anticuerpos contra el antisemitismo, pero carece de defensas contra el antigitanismo", porque el genocidio de Hitler contra esta minoría no es tan conocido. "El antigitanismo es un problema histórico de Europa: en todos los periodos de crisis se convierten en un objetivo", denuncia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.