"No quedan excusas para no rodar en 3D"
Se podría decir que es avaricia. Si no, ¿a qué viene reestrenar Avatar (que ha entrado cuarta en la taquilla española con medio millón de euros de recaudación el pasado fin de semana) a menos de un año de su estreno original, con el que abrió la puerta al universo del 3D, y con tan solo 9 minutos y 52 segundos de nuevo metraje? "He incluido todos los fotogramas de la secuencia de amor", se regodea James Cameron disfrutando de un nuevo montaje con poco más que añadir que esas caricias alienígenas. Cameron habla de "obsesión", con el cine en 3D, con la tecnología y con la naturaleza. Y con Pandora, el universo fantástico que creó para su última película y que no acaba de abandonar a la espera de que su público también le siga. En el cine o fuera de él. Como dice resignado, "lo normal en un estreno es hacer tu película, esperar a ver cuánto dinero hace e irte de vacaciones. Pero en el caso de Avatar, ¿cómo podría disfrutar del dinero y del éxito conseguido por hacer una película sobre la aniquilación de pueblos indígenas cuando lo mismo está pasando en el mundo real? Tengo una responsabilidad con la audiencia".
Pregunta. ¿Hasta dónde llega su conciencia teniendo en cuenta que hablamos de ciencia-ficción?
Respuesta. Ni tan siquiera ciencia-ficción. Avatar es una historia fantástica. Esas montañas que flotan nunca serán realidad en nuestro mundo. Pero la destrucción de la naturaleza, el calentamiento global y la erradicación de los pueblos indígenas son problemas reales que Avatar muestra dentro de lo mejor de la ciencia-ficción, en ese estado entre el sueño y la realidad al que inducen la música, las imágenes y el 3D.
P. Especialmente el 3D, revolución que Avatar puso en marcha y que Hollywood está haciendo lo posible por cargarse.
R. A estas alturas nada me sorprende de Hollywood, pero dejemos las cosas claras. El 3D no es la nueva invención de Hollywood. Es la última. Después del sonido y el color solo quedaba la estereoscopia. Ya está. Mejorará, será más barata y accesible. Ya contamos con un buen arsenal de herramientas. No quedan excusas para no rodar en 3D. Lo que tampoco hay que pensar es que la gente sea tonta. El declive del 3D es la forma en que el público le dice a Hollywood que quiere calidad, que dejen de ser avariciosos. Que si te cobran más por la entrada quieren más por su dinero. No quieren películas convertidas porque la industria no tiene las agallas de rodar en 3D. Si quieres buen 3D tienes que gastar tiempo y dinero.
P. ¿Y en qué se gasta James Cameron su tiempo y su dinero?
R. Mi esposa siempre tiene que ser la primera en disfrutar del último juguete en el mercado. Yo acabo de tener mi primer iPhone. Mis juguetes son los sumergibles. Me encanta el océano y estoy preparando otra incursión a 12.000 metros de profundidad, 5.500 por debajo de cualquier otra inmersión. Cuando rodaba Avatar no importaba cuán duro fuera el día, la última hora la pasaba diseñando con Australia mi nuevo sumergible. Si no, no podía dormir.
P. ¿Por eso piensa llevar su próximo Avatar a las profundidades marinas?
R. ¿Te imaginas lo maravilloso que puede ser? El agua es difícil de recrear por ordenador pero el 3D es su medio. De todos modos hasta octubre estoy trabajando en la novela. Y todavía no existe un acuerdo con Fox para un nuevo Avatar. Por eso quiero hacer la dos y la tres juntas. Para pasar por esta negociación solo una vez. Tengo muchas ideas y poco tiempo.
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