El régimen solo quiere aplausos
Al Gobierno del presidente Hugo Chávez le sienta mal la luz. Acostumbrado a una televisión pública que dedica el 90% de su programación a adularle y el 10% restante a arremeter sin contemplaciones contra los políticos y los periodistas venezolanos que no le bailan el agua, la presencia extranjera -ya sea de políticos o de periodistas- lo pone de los nervios.
El sábado por la tarde, el Gobierno venezolano, aun sin consultar con el Consejo Nacional Electoral (CEN), maniobró para expulsar del país al diputado del Partido Popular español Gustavo de Arístegui, acusándolo de transgredir la legislación electoral. Según contó ayer Arístegui, la rápida reacción de la diplomacia española y la filtración a la prensa de los preparativos de la expulsión hicieron que el Gobierno de Chávez reconsiderara su decisión: "Ricardo Maduro
[el ministro de Exteriores venezolano] habló con el ministro [de Exteriores] español, Miguel Ángel Moratinos, y le dijo que la orden de expulsión había sido revocada, lo que deja a las claras que llegó a existir...".
Pero el canciller Maduro no se quedó ahí. Ayer, a la puerta de un centro de votación, aprovechó la presencia de los micrófonos para poner en entredicho a los medios extranjeros. "¿Es normal que dediquen titulares todos los días a un país que está a 8.000 kilómetros? Abc y EL PAÍS son periódicos del fascismo español, del racismo que justifica la persecución de latinoamericanos y africanos, reminiscencias del colonialismo. Nuestros abuelos los batieron, y ahora el pueblo está derrotando la mentira de esos diarios que, desde Madrid, intentan ocultar los logros de la revolución socialista impulsada por el presidente Chávez", declaró el jefe de la diplomacia venezolana.
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