Empleados rasos en la 'trinchera'
Gespro, en pleno cisma de cuentas impagadas y clientes en pie de guerra, es una empresa que funciona sin jefe. En la oficina de Alberto Aguilera, a donde derivan todos los asuntos las otras tres sucursales de la firma, solo hay empleados rasos. El gerente no va desde el jueves pasado por una "lipotimia", según explicaba el jueves una trabajadora. Entre empleados y afectados corre la misma explicación, que un vecino trató de pegarle con un casco de moto. Esta semana la empresa matriz, Riva y García Fincas, envió desde Cataluña a una gestora encargada de sobrellevar la descarga de quejas. Ayer mismo se fue y la oficina se quedó sin un superior al timón.
El personal de la empresa se renovó durante el verano por la purga de empleados "inoperantes" que esgrime su abogado como causa de los desmanes contables. Entre quienes aguantan el chaparrón de quejas hay trabajadores que solo llevan semanas allí. Y no han necesitado mucho para saber lo que ocurría. "Esto es un desastre, abres las carpetas de las fincas y te encuentras un desorden de documentos enorme", dice un empleado, que, como hacen otros -todos de forma anónima-, reconoce que la mejor alternativa para ellos es salir "cuanto antes" de Gespro.
Sin embargo, sobre los temores de los clientes de quedarse sin un céntimo de sus fondos de comunidad no son catastrofistas. "Ellos dicen que van a sacar esto adelante", comentan por lo bajo. "Habrá fondos con que pagar, algunos cobrarán; la empresa, por lo menos, tiene pisos".
Estos empleados aseguran que no saben qué ha llevado a la empresa a dejar de pagar. Alguno acierta a decir que los que mandan no están en Madrid, sino en Cataluña, y ninguno menciona a los compañeros despedidos como causa de los impagos de Gespro. Una cosa, eso sí, la afirman con rotundidad: "Nos ha caído el marrón".
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