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La Mercè irrumpe en el canódromo de Meridiana

El público familiar disfruta con la oferta teatral de la Ciutadella

Música y risas en lugar de los tristes ladridos de galgos. Las gradas del canódromo de la Meridiana se llenaron ayer hasta la bandera en su bautismo como escenario de la Mercè. Fue de la mano de la Always Drinking Marching Band, una compañía barcelonesa de teatro de calle con el espectáculo La calle es nuestra.

El canódromo, que cerró como tal hace cuatro años y será la sede del centro de artes visuales de Barcelona, se ha incorporado este año a los escenarios descentralizados de la fiesta en un barrio en el que no se prodigan demasiado los espectáculos de la Mercè. "Está bien que hagan algo aquí, que no esté todo en el centro", decía un abuelo mientras aguardaba a que empezara la función.

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Mucho público -la mayoría de los barrios de Sant Andreu y Sagrera- ocupó las gradas una hora de antes de que se iniciara el espectáculo, ideado para que el público rodee a los músicos de la banda. Y así lo hizo. Trompetas, saxos, trombón, percusión crearon un gran corro en lo que fue la pista de los galgos, reconvertida en un bonito parque. Desde las gradas se seguía con más dificultad el espectáculo porque el sonido no llegaba demasiado bien y por la escasa luz. Los que peinaban canas recordaban el pasado del canódromo: "Ahí estaba el bar, aquí las taquillas de las apuestas". Abajo en la pista, los desternillantes músicos lograron enzarzarse en una carrera con los niños.

La fiesta había calentado motores durante todo el día en el parque de la Ciutadella. Predominaban las familias y, sobre todo, los niños. Pero las casi 50 actuaciones programadas desde las 11.30 horas dentro del festival MAC (Mercè Arts al Carrer) contribuyeron a que los mayores se lo pasaran incluso mejor que los más pequeños. Prueba de ello fue el espectáculo protagonizado por Claire. Desbordó humor y ternura desde una estructura eléctrica en forma de media luna a la que se encaramó para danzar.

También hubo en todos los rincones de la Ciutadella espectáculos itinerantes, que se repetirán hasta mañana domingo, como el de la compañía francesa Les Goulus. Tres jinetes a lomos de caballos de juguete departían con el público en inglés. A escasos metros y bajo un sol de justicia decenas de espontáneos siguieron a una rueda gigante que se abría paso por los caminos enfangados del parque, y desde la que tres músicos tocaban melodías de jazz. Era Rodafonio, de la Factoría Circular. Casi chocan con los movimientos acelerados de la casita andante de Laitrium, que correteaba con actores dentro incluidos.

Además, una Feria de los Inventos creada por la compañía Civi Civiac permitió a todos los asistentes conocer de primera mano los secretos la teoría de la relatividad, la física cuántica y el código Morse. Nadie se privó de hacer funcionar las decenas de máquinas y artilugios esparcidos por el parque.

Al otro lado del recinto, una caravana escondida pretende convertirse en el cine más pequeño del mundo: Puck Cinema Caravana. Estarán hasta mañana en la Ciutadella, incluso por la noche, cuando las farolas se convierten en tulipanes fosforescentes y los juegos de luz dominan todas las creaciones del recinto.

Anteanoche, Loquillo celebró 30 años de apostolado rock en el escenario de la avenida de Maria Cristina, informa Joan Foguet. "Porque milito en la razón del pensamiento ilustrado", cantaba Loquillo, mientras un seguidor musitaba: "Ahí, Loco, ahí, ¡dale!". Loquillo, conectó a fuego con su fiel audiencia. "Hace 30 años que les dije a sus padres que su hijo iba a ser un catacrack, y no me equivoqué". Son palabras de Leslie, voz emblemática de Los Sírex, que se marcó un dúo con el rocker del Clot. En Cadillac solitario, himno generacional, participó Santi Balmes, cantante de Love of Lesbian.

También anteanoche, en una ya abarrotadísima plaza Reial, expectante por la actuación final de la consagrada banda local, el quinteto barcelonés Standstill llegó acompañado de otros siete músicos para presentar su último disco, Adelante Bonaparte. Quizá no era el lugar más indicado para un concierto tan intimista y con detalles que se perdieron entre los arcos góticos. Antes tocaron los barceloneses Nueva Vulcano, que pusieron el toque más festivo de la noche.

JOAN SÁNCHEZ

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