Doce muertos en un atentado en Irán
Rusia prohíbe vender a Teherán el sistema antimisiles S-300 y armamento pesado
Un atentado terrorista causó 12 muertos y medio centenar de heridos ayer en Mahabad, al noroeste de Irán, según la televisión estatal. La explosión, mediante una bomba de relojería, se produjo durante un desfile militar y entre los fallecidos se encuentran las esposas de dos oficiales de alta graduación. Aunque ningún grupo se atribuyó el ataque, portavoces oficiales y analistas responsabilizan a los separatistas kurdos.
"Elementos contrarrevolucionarios siempre han llevado a cabo estos ataques brutales para vengarse de la gente de Mahabad", declaró el gobernador provincial, Vahid Yalalzadeh, citado por la agencia IRNA. Yalalzadeh también sugirió la implicación de EE UU y sus aliados que, dijo, "están presentes en la zona".
El Gobierno atribuye el ataque contra civiles a una milicia kurda
Mahabad, una ciudad de 200.000 habitantes, se halla en el corazón del Kurdistán iraní, de cuya breve república independiente fue capital, hasta que el Ejército del sha la recapturó en 1946. El Partido por la Vida Libre en Kurdistán (más conocido por sus iniciales PJAK) lleva desde 2004 realizando atentados en esa región, aunque la mayoría de sus acciones se han dirigido contra las fuerzas de seguridad, no contra civiles. En esta ocasión, la bomba estalló a 50 metros de la tribuna principal, tal como pudo observarse en las imágenes televisadas.
"La mayoría de las víctimas han sido mujeres y niños que presenciaban el desfile", explicó Yalalzadeh. PressTV anunció que entre los muertos había 10 mujeres.
El PJAK, que es la rama iraní del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), asegura luchar por los derechos de los kurdos en Irán. Esta minoría étnica supone un 7% de la población de la República Islámica y se concentra en el noroeste del país, junto a las fronteras turca e iraquí. Las autoridades iraníes niegan que exista discriminación hacia las minorías, si bien kurdos, árabes y otros grupos étnicos suelen quejarse de la falta de derechos culturales. El atentado de ayer, como el que en agosto sobresaltó al convoy presidencial en Hamedán, es una nueva prueba de descontento, aunque no mina el férreo control del Gobierno central.
El acto durante el que estalló la bomba fue uno de los varios que se celebraron en todo el país para conmemorar el 30º aniversario del inicio de la guerra con Irak. Como cada 22 de septiembre, el desfile de Teherán sirvió a las autoridades para exhibir su poderío armamentístico que este año incluyó, además de los habituales misiles capaces de alcanzar Israel, cinco ejemplares del Karrar, un bombardero sin piloto cuya existencia se reveló el mes pasado.
En el punto de mira de la comunidad internacional por su programa nuclear, Irán encuentra cada día más difícil abastecerse de armas y en los últimos años ha potenciado su industria nacional. Aunque los portavoces militares siempre insisten en el carácter defensivo de su arsenal, no pasa día sin que alardeen de un nuevo avance o de unas maniobras. Ayer mismo, el ministro de Defensa, Ahmad Vahidí, anunció que están trabajando en la puesta a punto de un sistema antimisiles similar al S-300 que Moscú ha renunciado a venderles -el presidente ruso, Dmitri Medvédev, firmó ayer un decreto por el que se prohíbe el suministro de armamento pesado a Irán- ante las presiones de EE UU.
El acoso a Irán se extendió también ayer a un puerto italiano de Calabria donde las autoridades anunciaron la incautación de siete toneladas de potente explosivo con destino a Siria.
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