El 'chófer' de Arabia Saudí
En Arabia Saudí, la mujer está fuertemente discriminada: no puede, por ejemplo, conducir, y para cualquier cuestión legal tiene que estar acompañada de un varón. Pero decir que nada se mueve en la tierra de los oasis que recorrió el Profeta sería inexacto. Ahora hace un año, el rey Abdulah inauguró el primer centro educativo del país de asistencia mixta, hombre y mujer, que, significativamente, se bautizó como Universidad Científica y Tecnológica Rey Abdulah, advocación esta última que era todo un aviso de navegantes. Y uno que no lo entendió fue el doctor de la ley Saad al Shihtri, que habiendo sido nombrado por el propio monarca miembro del Consejo de los Ulemas -máxima autoridad religiosa del país- se permitió criticar la medida y fue sumariamente destituido.
No quiere decir eso que la reforma avance barriéndolo todo, sino que hay un hervor positivo que anima a la sociedad saudí. En enero y febrero pasados la prensa de la capital, Riad, rebosaba de artículos sobre la mujer, sus derechos y obligaciones, y aún más, una clara mayoría de textos en las web abundaban en esas cuestiones.
Un diario de Riad de gran difusión publicó el pasado abril un artículo en el que, tan enjundiosamente como si se tratara de la reforma de la ONU, se exploraba la posibilidad de que se autorizara a la mujer a conducir. Y la conclusión principal del articulista, que promovió un animado debate, era que lo mejor sería plantear la reforma gradualmente; permitir la conducción por provincias o ciudades, una por una, para "absorber" más fácilmente el shock social que produjera al saudí medio ver que una mujer osaba ponerse sola al volante.
La hora de la verdad de este proceso de reformas a paso de tortuga llegará en octubre de 2011 con la celebración de unas elecciones municipales, que serán razonablemente libres para un país que no padece esos vicios, y sobre las que se especula con que puedan concurrir las mujeres. Y no hay que decir por primera vez en la historia, porque para los hombres también será una ocasión inédita. Pero que nadie cante victoria porque aún no ha llegado el momento en que el rey Abdulah diga: ¡Señoras, al volante!
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